En los años 30 Los Puertos de Altagracia era una locación paradisíaca, situada a orillas de un lago con aguas diáfanas, con radas pobladas de palmeras hirsutas de un gran verdor. Las constantes ráfagas de brisa del golfo venezolano, le daban un ambiente de serena celebración.
«Los Puertos» era un pueblo apacible, colonial y multicolor, lo conformaba un centenar de casas de barro y caña, fortalecidas con piedra de ojo y mampostería, coronadas por tejas bermejas.
En ese ambiente de pescadores nocturnos con sus chompines, de poetas repentistas y músicos de calle, nació Pedro Suárez Manzano, el 6 de agosto de 1933, comenzando la era petrolera en Venezuela.
Sus padres fueron Severino Suárez y Flor Manzano, lo bautizaron como Pedro Manuel.
En ese hogar con zaguán y fogón, él aprendió los valores humanos esenciales para la vida: la gratitud, la responsabilidad, el amor al trabajo y el amor a su familia.
Pedrito era un joven disciplinado, de buen hablar, aplicado, con férrea displina en sus estudios. Cuidaba su vestir, su apariencia.
En la década de los 50 viajó a los EEUU para estudiar inglés. Se estableció en Michigan, en los grandes lagos, alli aprendió el idioma con fluidez, conoció la cultura estadounidense, maduró.
A principio de los años 60 entró a la empresa transnacional Creole, allí hizo carrera por una década. En ese consorcio petrolero se preparó como gerente, atendió sus asuntos públicos, tuvo un buen apresto y un buen desempeño para sus compromisos profesionales.
Su carnet mostraba su fotografía, sus apellidos, nombre y su cédula V-1086.295 con el logo de la corporación.
Su amor por la música era una flama viva, una pulsión vital, pero nunca fue intérprete, prefirió ser un mecenas gaitero. Se mantuvo muy cercano a los gaiteros, se hizo amigo de Ricardo Aguirre, Alcibíades Villalobos, mantuvo una sólida amistad con Pedro Colina, Octavio Urdaneta, Jesús Villalobos, Ciro Ávila y Alberto Rubio.
El 26 de marzo de 1963 Pedro Suárez registró la marca Cardenales del Éxito, en acuerdo con Ricardo Aguirre, él se encargó de la gerencia general y Aguirre de la dirección musical.
En esa responsabilidad lo avaló su formación de empleado petrolero de la élite, su alto carisma y empatía para relacionarse con empresarios, gerentes y con públicos diversos.
Pedro contrajo matrimonio en 1958 con Rosa Lina Villamizar, una mujer talentosa y bella que lo apoyó de forma generosa. Ella fue una gerente destacada de empresa ADACO. Con Rosita tuvo dos hijas: Virginia en 1963 y Verónica en 1965. Vivían en una casona en la avenida 11 de Maracaibo, allí ensayaba Cardenales del Éxito.
Despues vendría una segunda unión amorosa con Cecilia Barrios, de ese romance nació la niña Cecilia Suárez Barrios.
En los años 70 dejó atrás el mundo petrolero y comenzó a laborar en la cadena hotelera Intercontinental, en su sede local: Hotel del Lago, como Relacionista Público.
Siguió al frente de Cardenales del Éxito, y ante la repentinana muerte de Ricardo Aguirre en noviembre de 1969, nombró director musical de su divisa a Nerio Ríos, quien había llegado del Conjunto El Saladillo en 1967.
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En el sitio nocturno La Nuez, una sala show ubicada en La Plaza Indio Mara del Señor Soñé, yo lo vi presentar a su agrupación. Pedro era un animador sobrio, asertivo, de buen verbo, captaba la atención del público.
En una ocasión, mientras animaba el show cardenal, le informaron que alli se encontraban unos extrajeros, eran ejecutivos de la empresa SHELL y él los saludó en impecable idioma inglés. Para la época, eso era un lujo.
En 1979 Pedro Suárez era un hombre con 46 años de edad, exempleado petrolero, director general de la agrupación gaitera más importante de todos los tiempos: Cardenales del Éxito. Ese año tuvo que dar una prueba de resiliencia, al enfrentar la división del conjunto y una nueva ruptura amorosa.
Se marcharon a fundar La Universidad de la Gaita sus compañeros Renato Aguirre, Ricardo Cepeda, Astolfo Romero, Danelo Badell, Ender Fuenmayor y Alves Aguirre.
Pedro Suárez se quedó al frente de su divisa con Nerio Ríos, los jóvenes cantantes Carlos González y Marvín González. Ingresó como solista estelar el ex-Estrelas del Zulia Pedro «Cantaclaro» Villalobos. El tamborero Ramón Rómero (hijo del autor Eurípides Romero) fue muy leal con Pedro Suárez, con la divisa roja, alli se mantuvo incólume.
El grupo cardenal se mantuvo a flote, con temas exitosos en todo el país como: Son mis deseos, La Mana mana, El Tren de Cardenales, Las Taritas, Dos Fronteras.
En paralelo, el altagraciano Suárez Manzano, comenzó una relación con una hermosa dama llamada Rosina Albano, quien fue su femina fatale, su musa del amor meridiano. Con ella tuvo su cuarta hija Rosy María Suárez Albano.
En 1981 comenzaron sus problemas de salud, comenzó su andadura por los consultorios de los cardiólogos, presentaba severos problemas tensionales, coronarios, hizo una insuficiencia cardíaca. Vino la separación de su tercera pareja Rosina, muy dolorosa para él, desgarradora.
Pedro dejó de ser un dandy para comenzar a verse demacrado, preocupado, famélico, desapareció su carisma. Ya no era el Pedro ejecutivo de gran aura de los 70, parecía otra persona.
Finalmente vendió su amado conjunto gaitero, el 23 de marzo de 1986, al empresario zuliano Jesús Urribarí Martínez. El dinero obtenido en la venta lo emprlearía en su recuperación, cosa que no logró hacer.
Pedro murió el 30 de diciembre de 1987 víctima de un infarto en su casa. Sus exequias fueron modestas, la ciudad no se enteró de su muerte.
Fue velado en una funeraria ubicada cerca del Hospital Universitario.
Así se marchó un gran gerente, un excepcional orador, un hombre que mantuvo en ristre la divida Cardenales del Éxito por 23 años.
La historia ha sido mezquina con él, lo ha silenciado, pero sus logros son indiscutibles y evidentes.
Honores al altagraciano Pedro Manuel Suárez Manzano, quien fue líder exitoso de la agrupación gaitera más trascendente en la historia de la gaita: Cardenales del Éxito los años 60 y 70.
Lauros para el caballero cardenal.
Por León Magno Montiel