Dos goles de Declan Rice desatan la hecatombe del Madrid en el Emirates y Merino remata la faena. Al Bernabéu le piden otro milagro.
La situación le exige otro ’poltergeist’ al Bernabéu, ese agujero negro que tantas veces se ha tragado a los más grandes, porque el Madrid quiso ser el de la Champions y no le salió: aceptable en el papel de superviviente en la primera parte, pero muy reducido en su ataque, donde el club ha puesto todos los recursos, fue un coladero en la segunda, superadísimo por un equipo que tampoco parece demasiado imponente. Dos golpes francos, dos cañonazos, de Rice desataron la tormenta, que no cesó ya hasta el final.
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Del naufragio no quedaron ni restos. De repente, Vinicius se ha vuelto melancólico, una faceta hasta ahora desconocida. En el Madrid ha sido muchas cosas menos futbolista del montón. A Mbappé se le van demasiados goles. Rodrygo sigue siendo discontinuo. Bellingham no puede con todo. Valverde es incapaz de atender tantas fugas. Camavinga no hace un uso responsable del puesto. La defensa está en precario y la eliminatoria, al filo de lo imposible. La única esperanza es que ese, el imposible, es su territorio.

Para empezar, Ancelotti se vio obligado a desnudar un santo para vestir a otro: Valverde jugó de lateral derecho. Como la clonación del uruguayo no pasaría el corte del Código Penal ni del reglamento FIFA, el técnico optó por el mal menor, asegurar la derecha y armar el centro del campo con Modric, que maneja bien el género: no se ganan seis Champions sin conocer el terreno. Algo parecido se le ocurrió al italiano en la otra banda, con Alaba de lateral izquierdo. Ahí ha jugado el 44% de los partidos de su carrera, pero solo 16 en sus cuatro años en el Madrid. El penúltimo fue en el primer choque de la pasada Champions, ante el Union Berlin, hace año y medio. El último, el pasado sábado, durante 13 minutos frente al Valencia, en ensayo fallido. Fue una decisión repleta de riesgos: un jugador que sale de una lesión grave, fuera de su mejor momento y en un puesto en el que ha perdido automatismos frente al probablemente mejor extremo derecho del mundo, Saka, un torturador. Sufrió muchísimo el austriaco.
Resistir sin atacar
El empleo de Valverde y Alaba, que acabaron siendo laterales de cercanías, no tenía solo la intención de sellar mejor las bandas, sino de reforzar la batería antiaérea ante un rival que se mueve estupendamente en las alturas. Lo demostró en los dos primeros córners, lanzados por Saka y salvados por Courtois y su zaga ya casi sobre la línea de gol.
El partido tuvo el comienzo previsto, si acaso con menos cautela de la establecida: un Arsenal dominante, como demandaban la ocasión y el Emirates, y un Madrid protegido, con ese sentido de la responsabilidad que solo desarrolla en plenitud en las grandes noches de Champions y que tiene que ver tanto con la actitud como con la estrategia. El plan exigía un mayor sacrificio defensivo de Rodrygo y de Bellingham en uno y otro flanco y una mayor participación en el juego de Mbappé y Vinicius. Todo se vendría abajo después.
Amaneció así un partido muy vivo, muy activo, pero sin grandes ocasiones. El Arsenal frecuentaba el área, pero disparaba poco. El Madrid tenía alguna salida relámpago con mejor inicio que final. Ni un tiro sin colocación de Thomas, detenido por Courtois, ni una rosca de Vinicius, que pasó a más de un metro del palo, fueron oportunidades realmente claras. Sí la tuvo Mbappé, tras gran maniobra de Bellingham, pero estrelló su remate franco contra David Raya.

Lo cierto es que la situación en la primera mitad no incomodaba al Madrid, porque el Arsenal no es un equipo de presión alta y fiera. Si pierde la pelota, no muerde, se refugia. Y eso permitió al equipo de Ancelotti largas posesiones, siempre sedantes en calderas como el Emirates. Solo vio el peligro ante los calambrazos de Saka, que no encontraron rematador. Y cuando se abría una grieta en una buena defensa en general, ahí estaba Courtois, que en la misma jugada le quitó el gol a Rice, de cabeza, y Martinelli, de izquierda. El belga es un comodín que solo tiene el Madrid.
El empate al descanso dejaba conclusiones contradictorias: valía el resultado, pero las permisividad del Arsenal en la contras blancas parecía invitar a un punto más de ambición, y también de precisión, por parte del Madrid.
El arsenal del Arsenal
Al equipo de Ancelotti le pareció bien un plan tan tacaño hasta que Declan Rice le cazó en el lanzamiento de un golpe franco que tuvo de todo: un golpeo excelente del mediocentro, una colocación deficiente de la barrera que le permitió al lanzador sortearla por fuera y una estirada baldía de Courtois, más culpable por el ordenamiento de la protección humana que por no detener ese torpedo enroscado. En el catálogo de errores cabe añadir lo innecesario de la falta de Alaba que provocó el drama.

El gol derritió al Madrid y desató al Arsenal, que pensó que nada es suficiente cuando la vuelta es en el Bernabéu. En un mismo minuto tuvo cuatro goles. Dos los evitó Courtois; otros dos, sus ángeles de la guarda, Alaba y Bellingham. Y en otra falta casi a la misma distancia, Rice, el cañón de los cañoneros, puso la pelota en la escuadra izquierda de Courtois para el 2-0. En esta ocasión el inglés fue el único culpable. Su disparo era imparable. El Madrid estaba definitivamente en la lona. Y ahí siguió cuando Mikel Merino, con un tiro cruzado con la izquierda desde el borde del área y sin vigilancia, hizo el tercero. El Madrid no volvió a ponerse en pie y perdió para la vuelta a Camavinga, que vio dos amarillas. Ahora queda en manos de la leyenda del Bernabéu, bañada de adrenalina y de milagros. Al Arsenal ya solo puede tumbarle ese fenómeno paranormal.

Cambios
Lucas Vázquez (70′, Luka Modric), Leandro Trossard (73′, Bukayo Saka), Fran García (78′, David Alaba), Kieran Tierney (79′, Declan Rice), Brahim Díaz (84′, Rodrygo), Ben White (90′, Jurriën Timber)
Goles
1-0, 57′: Declan Rice, 2-0, 69′: Declan Rice, 3-0, 74′: Merino
Tarjetas
Arbitro: Irfan Peljto
Arbitro VAR: Bastian Dankert, Christian Dingert
Thomas (53′,Amarilla), Camavinga (68′,Amarilla), Camavinga (93′,Roja).

Hender «Vivo» González
Con información de Diario AS