Santo del Día | Onésimo: De esclavo a servidor de Cristo

La historia de San Onésimo nos muestra que, para Dios, nuestro presente nunca es definitivo

Onésimo, nacido en el territorio de la actual Turquía durante el siglo I, fue un esclavo de Filemón, hombre cristiano convertido por San Pablo en uno de sus viajes por la región; en una de las jornadas de trabajo, se le presento la oportunidad de robarlo, convirtiéndose en fugitivo para evitar el rigor de la justicia.

Su huida lo llevó al corazón de la cristiandad, a la propia Roma, donde conoció a San Pablo, que estaba prisionero; a pesar de las adversidades, el Apóstol lo bautiza, lo instruye en la fe y lo envía de regreso a su antiguo amo con una carta de recomendación.

Iconografía de San Onésimo

En la Carta a Filemón (10-12) del Nuevo Testamento, se puede leer el pedido del “Apóstol de los gentiles”: “Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fue inútil, pero ahora es muy útil para ti y para mí. Te lo envío de vuelta, y con él va mi propio corazón”; y más adelante, en los versículos 18 y 19, San Pablo se compromete a pagar la deuda: “Si en algo te ofendió, o algo te debe, ponlo a mi cuenta; yo, Pablo, lo firmo con mi puño y letra, yo pagaré”.

En este sentido, se puede apreciar lo maravilloso del mensaje de Cristo, y su invitación a poner siempre la otra mejilla; lección que aprendió Filemón a cabalidad, pues le concedió a Onésimo el perdón, su libertad, y lo recibió como un auténtico hermano en la fe.

Onésimo visitando a San Pablo en la cárcel

De regreso a Roma, junto a San Pablo, ese perdón y amor cristiano fue más allá, pudiendo apreciarse en la Carta a los Colosenses (4, 7-9): “En cuanto a mí, de todo les informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor, a quien les envío expresamente para que sepan de nosotros y consuele sus corazones. Y con él a Onésimo, el hermano fiel y querido compatriota suyo. Ellos les informarán de todo cuanto aquí sucede”.

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Sin embargo, Dios tenía más planes para Onésimo, fue ordenado Obispo de Éfeso, convirtiéndose en un importante servidor de Cristo en la región; y como si fuera poco, este hombre esclavo y ladrón prófugo, unió más su vida a la de Jesús cuando, perseguido por orden del Emperador Domiciano, fue hecho prisionero y llevado a Roma, donde lo lapidaron entre los años 90 y 95 d.C., convirtiéndose en mártir de la fe.

Muerte de San Onésimo

Que, así como San Onésimo recibió el perdón por sus errores, también lo puedan recibir todas aquellas personas que sienten el deseo de escapar de sus pecados, de la reputación impuesta por los demás, pero sobre todo del deseo de buscar su propia justicia; que su ejemplo sirva para que se abran los corazones y todas las personas se puedan ver como realmente son.

Agelvis Villalonga L.

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