En un rincón vibrante de nuestra comunidad, dos jóvenes deportistas, José Alvarado y Axel Betancourt, se preparan para una carrera que trasciende lo meramente deportivo. El maratón anual en honor a la Divina Pastora no solo es un evento que desafía sus habilidades físicas, sino que también representa un profundo acto de fe y gratitud hacia una figura sagrada que ha guiado sus vidas desde la infancia. Este artículo explora la historia detrás de su devoción y el significado que esta competencia tiene para ellos.
La relación de estos jóvenes con la Divina Pastora no es solo una cuestión de fe, sino una tradición familiar que ha sido transmitida de generación en generación. José Alvarado, miembro del grupo ‘Ciclismo de Montaña Caballeros Oscuros’, comparte su experiencia: “Esta tradición me la enseñaron en casa. Desde muy pequeño soy devoto a la virgen y actualmente quiero seguir la tradición familiar, esta vez, con el maratón y luego la acompaño en procesión”.
Sus palabras reflejan un deseo profundo de honrar su herencia y de agradecer por la salud y las bendiciones que ha recibido. Esta conexión emocional hace que la preparación para el maratón sea algo más que un simple entrenamiento; es un viaje espiritual hacia la gratitud.
Por otro lado, Axel Betancourt también se siente inspirado por la Divina Pastora. “Cada año ya es tradición caminarla. Ahora quiero hacer también el maratón porque me parece que es una forma de agradecerle a la Divina Pastora”, comenta con entusiasmo.
Su decisión de participar en la carrera no solo habla de su deseo de superar un reto físico, sino que también refleja su compromiso con una creencia profundamente arraigada en su vida. Para Axel, correr es una manera de expresar su devoción, transformando un evento ritual en una experiencia personal de conexión espiritual.
La comunidad juega un papel crucial en esta celebración. “Nosotros venimos desde el norte de la ciudad. Estamos practicando con las bicicletas desde el Obelisco hasta Santa Rosa para ese día dar lo mejor. Somos un grupo de jóvenes atletas que queremos rendirle homenaje a nuestra virgencita”, afirma Axel. Esta unión entre los participantes no solo alimenta su pasión por el deporte, sino que también fortalece el tejido social que los une. La carrera se convierte en un espacio donde las creencias individuales se entrelazan, creando un vínculo colectivo que revitaliza la fe y la esperanza en tiempos de incertidumbre.
Finalmente, es esencial reconocer que este maratón simboliza mucho más que un desafío atlético. Para José, Axel y muchos otros, representa un poderoso vínculo espiritual que los conecta con sus raíces y tradiciones. La experiencia de correr en honor a la Divina Pastora es un recordatorio constante de que la fe, la comunidad y el deporte pueden coexistir y enriquecerse mutuamente. Estos jóvenes llevan consigo la historia de sus antepasados y la promesa de mantener viva una tradición que honra no solo a la Virgen, sino también a su propia identidad.
A medida que se acerca la fecha del maratón, el espíritu de devoción y fe de José Alvarado y Axel Betancourt resplandece intensamente. Su preparación, marcada por la dedicación y la gratitud, nos invita a reflexionar sobre el poder de las tradiciones que nos unen. En un mundo donde a menudo se pasa por alto el significado de nuestras raíces, estas celebraciones nos recuerdan la importancia de honrar lo que amamos y de llevar adelante las enseñanzas que hemos recibido.
Carla Martínez / Noticias Barquisimeto