La gran paradoja de la política venezolana es que los actores que han rechazado permanentemente negociar con el gobierno, bajo la tesis de que cualquier interacción con él representa reconocerlo y ceder terrenos éticos, son hoy los más necesitados e interesados en negociar.
Sin pasar por ese proceso de intercambio y tragarse varios sapos, sus posibilidades reales de avance y permanencia son absolutamente nulas.
Nadie depende más de las negociaciones que quienes las han rechazado y criminalizado históricamente. Así es la política. Extremadamente cambiante y a veces contradictoria.
La buena noticia es que los líderes radicales son más proclives a flexibilizarse cuando de ello depende su propia supervivencia política. Entonces negociar ya no es una “traición a la patria” sino una “acción heroica, indispensable para resolver la crisis y ganar oportunidades de cambio que el pueblo desea y merece”.
Yo por mi parte me alegro muchísimo que terminen exactamente en el mismo punto donde tanta gente moderada y racional empezó hace años. Promoviendo pública o privadamente soluciones negociadas.
Sólo lamento que no lo hubieran hecho antes porque probablemente estaríamos mucho más avanzados.
Pero no importa. Es mejor tarde… que nunca. Felicitaciones y bienvenidos.
Luis Vicente León