En muchas comunidades de Venezuela, la llegada de la Navidad y el Año Nuevo no solo se celebra con comidas y festividades, sino también con una tradición que une a generaciones: el juego de chapita. Durante estas fechas, las calles se llenan de risas y emoción mientras amigos, familiares y vecinos se reúnen para disfrutar de los «chapitazos», un juego que trasciende edades y habilidades.
Fernando Vivas, reconocido locutor larense, compartió su perspectiva sobre esta entrañable costumbre. «Es Venezuela, es la unión y es tradición. La chapita la puede jugar cualquiera; un niño, un adolescente o un adulto. No importa si nunca has jugado antes; puedes agarrar y batear o lanzar. Cualquiera puede armar un encuentro de chapitas«, afirmó Vivas.
Para él, este juego representa más que una simple actividad recreativa; es una manifestación del espíritu venezolano. «Es una cuestión de actitud. Se ve al venezolano en su plenitud. El compartir y lo que somos en esencia, esas peleas sanas entre uno y otro, nuestra forma y la identidad nadie nos la va a quitar«, concluyó.
Eric Encinoza, periodista y organizador de chapitazos, también destacó la sencillez que caracteriza a esta actividad. «Unos mensajes, unas notas de voz para cuadrar, buscar las chapas y unos palos de escoba son suficientes para organizar un buen encuentro. Este año hicimos la de Navidad y los primeros días de enero hacemos la de Año Nuevo. Los amigos aprovechan ese día para ponerse al día si no se han visto mucho en el año«, explicó Encinoza.
Los chapitazos no solo fomentan la diversión; también fortalecen los lazos comunitarios y familiares en un ambiente festivo donde todos pueden participar. Así, cada diciembre y enero, las calles venezolanas se convierten en escenarios vibrantes donde el juego, la risa y la camaradería reinan por encima de todo.
Daniel Oviedo / Noticias Barquisimeto