Tan solo en un 0,5 % de los hogares españoles no hay ningún móvil o, lo que es lo mismo, en el 99,5 % de ellos están presentes los smartphones, según los datos de la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de Tecnologías de Información y Comunicación del INE. Aunque todos en la familia parecen tener un dispositivo, solo algunos lo usan para el que fue el origen de su invención: llamar.
Es por esto que los millennials han sido bautizados como la generación muda. Según el último informe de la organización Bank my cell, los jóvenes quieren evitar a toda costa responder una llamada. Así, una cuarta parte de los jóvenes de entre 18 y 34 años afirma que nunca atiende las llamadas que recibe, según los datos de Uswitch. Esta misma encuesta reveló que más de la mitad de ellos asume que tras una llamada inesperada hay una mala noticia.
Teclear, antes que hablar
La razón es, para el 75 % de ellos, que hablar por el móvil consume demasiado tiempo, aunque otro 64 % dice querer evitar las llamadas para que no tener que escuchar quejas de su interlocutor. Otros consideran las conversaciones ineficientes, molestas, estresantes o disruptivas y por eso las rehúyen. No obstante, prefieren atender llamadas de trabajo (solo un 21 % las evita) que descolgar a sus amigos o sus familiares.
Los chats y las notas de voz han desbancado a las llamadas. En cambio, según una investigación de la Fundación Telefónica titulada Sociedad Digital en España, un 96,8 % de los jóvenes españoles utiliza WhatsApp para comunicarse con familiares y amigos. Para el 95 % de la población nacional, la mensajería instantánea es también el canal favorito para mantener el contacto con sus allegados.
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Aunque de media los miembros de la generación Z y los millennials pasan cuatro horas al día pegados a la pantalla de su móvil (indica el informe Digital Consumer by Generation), prefieren convenir la hora de una llamada que recibir una de manera espontánea. Si el móvil empieza a sonar de forma inesperada, las excusas más usadas por los jóvenes para no responder van desde el «no me di cuenta de que sonaba» al «no tengo cobertura».
El 81 % de los millennials confiesa sentir ansiedad antes de hacer una llamada y para evitar el conflicto ni siquiera llegan a marcar el número. Cuando estos sentimientos negativos se convierten en verdadero terror, surge la llamada «telefonofobia». Este fenómeno ha sido definido como el miedo intenso relacionado con hacer o recibir llamadas, pero va más allá de ser una preferencia por otro modo de comunicación. Llega incluso a ser limitante en la vida diaria de la persona que lo padece, aunque se caracterice por ser irracional. Cada vez más jóvenes lo sufren, aunque sean los que más usan el smartphone. No es por el dispositivo, sino por la comunicación que implica (bidireccional y a tiempo real) y por ello hay también quien hace frente a la telefonofobia y también a la nomofobia, la angustia de estar sin móvil.
Zuleydy Márquez con información de El Universal