La búsqueda de justicia se convierte en un anhelo primordial para aquellos que han visto sus derechos vulnerados. Tal es el caso de los jóvenes detenidos luego de las protestas tras las elecciones presidenciales del 28 de julio, quienes ahora viven en condiciones precarias e inhumanas en la cárcel de Tocuyito, ubicada en el estado Carabobo.
La angustia de los familiares que claman por justicia y libertad, más de cuarenta jóvenes trabajadores del estado Lara se encuentran privados de su libertad en un lugar donde la esperanza parece desvanecerse día a día. La falta de transparencia en los procesos legales, la ausencia de defensa privada y la opacidad en la identidad de quienes los custodian sumergen a estos detenidos en un abismo de incertidumbre y desamparo.
«Mi sobrino venía de hacer una carrera en su moto, iba llegando a Macuto cuando los funcionarios se lo llevaron, no nos dijeron nada. A los días nos dicen que es por las cuestiones de las protestas electorales cuando es él no tiene absolutamente nada que ver en eso, él solo venía de trabajar», afirma Mariela Torrealba.
La narrativa de la injusticia se entrelaza con la desesperación de una alimentación insuficiente y desprovista de nutrientes básicos. El derecho humano fundamental a una alimentación digna se ve socavado en un contexto donde la arbitrariedad y la vulneración de derechos son moneda corriente.
«En cuanto a la comida, con la expresión de su cara, me lo dijo todo, no nos dijo como le dijeron a otras madres estaba comiendo con gusanos, ni nada, pero solamente con la expresión de su rostro me dejó dicho que la comida es horrible. Me dijo que no consumían ni sal, ni azúcar y que debido a eso hasta últimamente sintiendo muchos mareos, mi sobrino de por si ya era delgado, ahora está muchísimo más. Su condición mental es preocupante porque no coordina las cosas que dice», comenta Torrealba.
Sus familias claman por justicia en medio de condiciones inhumanas. «La escasez de alimentos y la violación de los derechos humanos son realidades cotidianas que enfrentan, agravando aún más su situación ya de por sí difícil», agrega Milexa Colmenárez.
Sostienen que no van a dejar de luchar para que cada uno tenga un juicio justo, una defensa adecuada y unas condiciones de detención que no atenten contra su integridad. «El llamado es claro: ¡Queremos justicia! Las condiciones inhumanas en la cárcel de Tocuyito no pueden ser ignoradas», afirma Colmenárez.
Todos los familiares están unidos en solidaridad para garantizar que la verdad prevalezca y que aquellos que han sido injustamente acusados recuperen su libertad y dignidad.
Carla Martínez / Noticias Barquisimeto