Josefa Ross Velasco: La ciencia detrás de ‘La enfermedad del aburrimiento’

Josefa Ros Velasco es autora del libro LA ENFERMEDAD DEL ABURRIMIENTO, padecimiento que ha adquirido importancia fundamental en nuestra angustiosa vida cotidiana.

Josefa es destacada investigadora de las ciencias sociales. Es investigadora postdoctoral en la Universidad Complutense de Madrid, donde dirige el proyecto Pre-bored. Well-being and prevention of boredom in Spanish nursing homes (Pre-aburrido. Bienestar y prevención del aburrimiento en las residencias de mayores españolas).

Es especialista en Estudios del Aburrimiento desde una perspectiva multidisciplinar, y es la fundadora y presidenta de la International Society of Boredom Studies, así como editora de volúmenes como The culture of boredom (BRILL, 2020) o Boredom is in your mind (Springer, 2019), y colaboradora del blog «Envejecer en sociedad» del CENIE, donde publica artículos de divulgación sobre el aburrimiento en las personas mayores.

Por sus logros académicos ha recibido distinciones como el Premio Nacional Medios de Comunicación de la Fundación DomusVi (2021), el Premio Alumni-UCM Investigación (2021), el Premio Julián Marías de la Comunidad de Madrid (2020) o el Lincoln Book Prize for Excellence in Teaching and Service de la Universidad de Harvard (2019), entre otros.

La entrevista
– Afirmas en tu libro que el aburrimiento es una capacidad «adquirida para la supervivencia», que «somos lo que somos porque nos hemos aburrido» y que «somos hámsteres en la rueda del hastío», por lo que parece conceptuar al aburrimiento como una instancia psíquica centro y motor de la dinámica mental de las personas, lo que nos lleva a pensar en su influencia en las vidas individuales y de las sociedades.

– Vaya por delante mi agradecimiento por esta entrevista para el diario Qué pasa. Es un placer responder a vuestras preguntas acerca de mi libro, La enfermedad del aburrimiento y de aquellas cuestiones que trato en el mismo que puedan haber quedado en el tintero o no demasiado clarificadas.

Creo que es importante comenzar explicando que no soy tanto yo la que dice que el aburrimiento es una capacidad adquirida para la supervivencia, sino un filósofo alemán que nació en 1920 y falleció en 1996 y que se llama Hans Blumenberg.

Este es el filósofo a partir del cual yo comencé a estudiar la cuestión del aburrimiento y para él el aburrimiento es un estado que nos ha posibilitado una ventaja en nuestra carrera evolutiva, de alguna forma ha favorecido nuestro éxito evolutivo. ¿De qué manera? Pues avisándonos, señalando aquellas situaciones que para nosotros han perdido su valor, que se han quedado obsoletas, que nos resultan demasiado cómodas, que ya son demasiado conocidas porque son repetitivas, porque no nos representan ningún reto.

A Blumenberg le parece que es esencial padecer aburrimiento en este tipo de situaciones para que no nos quedemos demasiado estancados en aquellas circunstancias de sobra conocidas. ¿Por qué? Porque gracias al hecho de que no podemos abrazar ese exceso de comodidad o esa sobreadaptación, de que nos vemos impelidos, nos vemos empujados a salir de las situaciones que ya conocemos de sobra, y también nos vemos obligados a tener que explorar otras distintas, a introducir cambios en nuestro contexto, en nuestra circunstancia. Y esto es precisamente lo que hace que podamos explorar horizontes que aún están por conocer, lo que propicia que demos un paso al frente y sigamos expandiéndonos, sigamos creciendo como seres humanos.



Así que de alguna forma el aburrimiento hace que estemos siempre saliendo de nuestra zona de confort, de aquello que ya se ha vuelto demasiado conocido y proponernos explorar lo que todavía está por conocer. Y de esta forma mantiene nuestro mecanismo de adaptación lo suficientemente engrasado para que podamos adaptarnos a cambios sobrevenidos.

El aburrimiento te obliga a tener que estar siempre reinventándote, introduciendo cambios, así que en el momento en el que un cambio viene de forma exógena hasta nosotros, estemos más preparados para enfrentarnos a él.

Por eso Blumenberg piensa que el aburrimiento fue esencial en nuestra evolución, en nuestra supervivencia antes de que nos convirtiésemos en el homo sapiens que somos hoy en día. Y aunque la frase «somos lo que somos porque nos hemos aburrido» si es mía, es una de las frases con las que cierra el libro, en realidad es Blumenberg, el primer filósofo que postula que debemos mucho al aburrimiento y que si no hubiese sido por el aburrimiento quizá no hubiésemos dado ese paso al frente que nos ha llevado a desarrollar una protocultura y la cultura en la que nos encontramos inmersos una vez que evolucionamos en este camino.

Para mí personalmente el aburrimiento es una instancia psíquica, obviamente, que es un motor de la dinámica mental de las personas, pero también es un motor de la dinámica social, no solamente a nivel individual sino también a nivel social.

Es cierto que el aburrimiento nos hace saber, nos hace experimentar dolor en aquellas circunstancias, aquellas situaciones que para nosotros carecen de significado, que no nos estimulan adecuadamente o que de alguna manera no están a la altura de nuestras expectativas y esto al experimentarse a través del malestar, del fastidio, del dolor, nos obliga de alguna forma a tener que introducir cambios y gracias a eso salimos de esas situaciones que nos están provocando el malestar, que nos están provocando dolor.

Pero esto no es algo que suceda únicamente a nivel individual desde mi punto de vista, sino que un conjunto de individuos puede estar experimentando aburrimiento a causa de una misma circunstancia, de un mismo contexto, de una misma actividad e incluso a nivel colectivo, a nivel macro, toda una sociedad o un gran número de personas dentro de una misma cultura pueden empezar a sentir que esta cultura se ha quedado obsoleta, que se precisa de un cambio, un cambio que en ningún caso ha de ser completamente novedoso, original.

El aburrimiento no te hace ser más creativo, el aburrimiento realmente no te obliga a introducir, a dar un paso al frente hacia lo desconocido, sino simplemente cambiar, simplemente propiciar un cambio y ese cambio puede basarse en algo que ya conocíamos previamente, que ya hemos experimentado previamente.

Se trata de sustituir una circunstancia que se queda obsoleta por otra que todavía cumple con nuestras expectativas en términos de estimulación, que todavía no se ha quedado obsoleta.

La gran mayoría de las veces de hecho los cambios que introducimos en el contexto para evitar ese aburrimiento, ese malestar, no están relacionados con lo original, con lo innovador, sino que muy frecuentemente recurrimos a respuestas que ya han demostrado ser válidas, que han resultado ser exitosas en el pasado.

Así es que muchas veces quizá nos estamos aburriendo viendo una película y no es que para salir del aburrimiento ideemos conscientemente una estrategia completamente novedosa, sino que recurrimos a otras respuestas que han funcionado antes, por ejemplo, leer un libro, salir a dar un paseo, charlar con unos amigos, etcétera.

– Aportan los estudios del aburrimiento contribución acerca de cura para las enfermedades mentales?
–  He de reconocer que esta es una pregunta compleja. El aburrimiento tiene una relación con las enfermedades mentales e incluso en algunas instancias podría llegar a considerarse un tipo de trastorno.

Es cierto que algunas enfermedades mentales aumentan la posibilidad de padecer aburrimiento de manera continuada en el tiempo o generan incapacidad de responder frente al aburrimiento propio. Estamos hablando, por ejemplo, quizá de trastornos que están relacionados con el estado anímico, como pueden ser las enfermedades relacionadas con la ansiedad, con el estrés, con la depresión.

Pero esto sucede en un camino de doble vía, porque también es cierto que esas personas que padecen aburrimiento de manera disfuncional, de manera patológica, esas personas que se aburren constantemente porque tienen una alta propensión al aburrimiento o porque quizás son incapaces de imaginar una situación más deseable que aquella en la que están experimentando aburrimiento, también a su vez experimentan otro tipo de trastornos relacionados con el estado anímico, con la conducta.

También, por supuesto, ese padecimiento del aburrimiento constante puede llevar al empeoramiento de condiciones preexistentes relacionadas, por ejemplo, con las demencias, relacionadas con el síndrome de Asperger, relacionadas con la psicosis, los estados de narcisismo. Es decir, el aburrimiento y los trastornos mentales o las enfermedades mentales están completamente relacionados.

Por una parte, existen esos trastornos relacionados directamente con el aburrimiento que van a empeorar otras condiciones o que van a hacer aparecer en escena otras condiciones como pueden ser el estrés o la depresión. Solo tenemos que imaginar esa persona que se aburre disfuncionalmente, esa persona que se aburre constantemente y que es incapaz de imaginar una salida a su aburrimiento, cómo ese estado de frustración puede acabar desembocando, ciertamente, en un estado de depresión y ansiedad extrema.

Cuando las personas que están padeciendo alguna enfermedad o trastorno mental que les impide desarrollar esas estrategias frente al aburrimiento, pues, obviamente, van a entrar en un círculo vicioso relacionado con la experiencia del aburrimiento disfuncional.

Así que, para clarificar tanto los trastornos que están relacionados directamente con el aburrimiento, podrán empeorar o podrán dar pie al desarrollo de otros trastornos, como esos trastornos ya preexistentes, es posible que, a su vez, den lugar a una experiencia del aburrimiento disfuncional.

En este sentido, el estudio del aburrimiento que se hace desde las ciencias de la salud mental, desde la psicología, el psicoanálisis, la psiquiatría, incluso la neuropsiquiatría, que ahora está en boga, obviamente, van a contribuir a mejorar, no podría aventurarme a afirmar si a curar, pero sí a mejorar algunos de los estados patológicos, tanto de raigambre conductual como de los que tienen que ver con el estado anímico, o los que tienen que ver con un sustrato más de carácter neurofisiológico.

En efecto, durante todo el último siglo hemos concentrado desde los estudios del aburrimiento nuestros esfuerzos precisamente en comprender cómo el aburrimiento se relaciona con las enfermedades y los trastornos mentales para tratar de arrojar luz sobre esta cuestión. Y en muchos casos somos conscientes ya de que los tratamientos frente a las terapias, frente al aburrimiento disfuncional, son muy útiles a la hora de mejorar esas otras condiciones relacionadas con el trastorno mental o la enfermedad mental.

– ¿Gira la psique humana alrededor del aburrimiento?
– Es cierto que el aburrimiento juega un papel esencial en nuestros procesos psicológicos completamente, no sólo por el hecho de que ya la propia experiencia del aburrimiento resulta dolorosa a nivel psicológico, incluso es un dolor psicológico que puede llegar a somatizarse.

Pero claro, partiendo ya desde ese punto de que la experiencia del aburrimiento por naturaleza ha de ser dolorosa, cualquier otra experiencia que a veces confundamos con aburrimiento como es el hecho de estar sin hacer nada, de descansar y que no nos resulta dolorosa, tenemos que tener clara que no tiene nada que ver con el aburrimiento.

«El aburrimiento, como dije al inicio, tiene que ser doloroso, tiene que doler porque si no, no cumple con su función, que es la de obligarte a introducir un cambio frente a una situación que ya no tiene valor para ti.»

El aburrimiento impide que hagamos un gasto energético excesivo en una actividad o en una circunstancia en la que no esperamos que vamos a recibir algo a cambio o algo suficientemente valioso a cambio, y por tanto nos manda el mensaje de, ¡hey!, deja de emplear tu energía en esto porque no te está reportando nada. Así que de alguna forma tiene que resultar doloroso para que nosotros le prestemos atención.

Es por supuesto entonces parte de nuestra psique y está completamente enraizado con nuestros procesos psicológicos. Tiene también que ver, obviamente, con los procesos de conciencia. A veces tendemos a pensar que el aburrimiento nos hace ser más conscientes de nuestra realidad porque, bueno, queremos pensar que hacemos un ejercicio metarreflexivo cada vez que estamos padeciendo aburrimiento y que este nos propicia un escenario en el que vamos a ser más capaces de realizar una introspección, una reevaluación de la situación en la que hemos empezado a sentirnos mal, que vamos a poder valorar realmente por qué está sucediendo ese aburrimiento, por qué nos estamos sintiendo inadecuadamente estimulados en determinado contexto.

Y lo cierto es que el aburrimiento, aun siendo parte de nuestra psique, es una parte que tiene más que ver con nuestro sistema inconsciente que con los procesos reflexivos. Cuando nos estamos aburriendo, es cierto que tenemos que introducir un cambio en ese contexto para aliviar el malestar.

Pero esto solo significa que hay que diseñar una estrategia de huida. En ningún caso el diseño de esa estrategia de huida ha de pasar por un proceso metarreflexivo. No necesitamos sentarnos y reevaluar la situación para determinar, para introducir un cambio en ese contexto que alivie el aburrimiento. No es necesario un proceso consciente.

De hecho, la gran mayoría de las veces este proceso consciente no tiene lugar, sino que directamente desde que somos pequeños, vamos creando, vamos almacenando, como decía anteriormente, esas respuestas frente al aburrimiento que nos han resultado útiles.

Me gusta utilizar la metáfora del catálogo de opciones. Pienso que es como si tuviésemos una especie de catálogo que vamos llenando a medida que vamos creciendo en la vida, que nuestras expectativas van cambiando. Algunas opciones entran, otras salen, otras permanecen en el tiempo, otras son más significativas porque las hemos elegido nosotros después de haber reflexionado acerca de ellas. Pero una gran mayoría de esas opciones que conforman nuestro catálogo para responder frente al aburrimiento, o si se quiere, para llenar el tiempo de manera significativa, son predeterminadas. Son opciones en las que no hemos reparado demasiado. Simplemente sirven para llenar el tiempo de forma rápida.

Y en este caso podemos pensar en el uso que hacemos de las redes sociales, de las plataformas de contenido, de cualquier producto que provenga de la industria del entretenimiento masivo.

Así que muchas veces, si no la mayoría, cuando nos estamos aburriendo, no hay ningún proceso consciente a partir del cual nosotros tomemos conciencia de qué es aquello que nos está causando aburrimiento, a partir del cual despleguemos conscientemente cuáles son las opciones a nuestro alcance y escojamos una tras un proceso de evaluación.

La gran mayoría de las veces nuestro cerebro, que está diseñado para gastar la menor energía posible, sin que medie ningún proceso reflexivo y de forma completamente inconsciente recurre a ese catálogo, escoge una opción por nosotros y la hace entrar en escena. Es por esto por lo que muchas veces empezamos a experimentar algo de aburrimiento y apenas sin darnos cuenta ya estamos haciendo algo, ya estamos introduciendo un cambio en el contexto, ya hemos acudido a la red social. ¿Por qué? Porque nuestro cerebro ha elegido por nosotros.

El problema está en que ahora los algoritmos hacen que ya ni siquiera la respuesta frente al aburrimiento tenga que tener una relación con nuestra psique, porque ya ni siquiera el cerebro tiene, a través de un proceso inconsciente, que recurrir a nuestro catálogo de opciones y seleccionar una por nosotros sin que medie proceso reflexivo, sino que ya el propio algoritmo nos da la opción de cómo llenar nuestro tiempo, nos dice qué ver a continuación, qué escuchar a continuación, qué hacer a continuación, sin que ya tengamos que esforzarnos ni lo más mínimo.

Se corre el riesgo, cuando no somos completamente conscientes de las respuestas que damos frente al aburrimiento, cuando no pasamos por ese proceso metareflexivo, cuando tendemos a ser acomodaticios, a dejar que el cerebro o que el algoritmo elija por nosotros, tendemos a ver cómo nuestro catálogo de opciones se estrecha cada vez más, que nuestras opciones son cada vez menos personalizadas, las hemos elegido cada vez menos nosotros y eso hará que a la larga nos acaben resultando también insatisfactorias.

– ¿Se aburren mas los pobres que los ricos?
– El aburrimiento no es algo que dependa de tu poder adquisitivo, aunque he de decir que en cualquier caso si alguien tiene que aburrirse menos serán los ricos. Tendemos a pensar que los pobres no se aburren porque no tienen tiempo libre, porque siempre están ocupados con el trabajo y los ricos sin embargo sí se aburren porque disponen de mucho tiempo para el ocio. Pero pensemos en lo siguiente, la gran mayoría de las veces se experimenta aburrimiento cuando hacemos cosas por obligación.

Aburrirse no es estar sin hacer nada, aburrirse no es tener tiempo libre, aburrirse es estar sin hacer nada porque nos obligan o estar haciendo algo también porque nos obligan y ese algo realmente no tiene valor. Al final, el aburrimiento es sentir que estamos perdiendo el tiempo, que lo estamos invirtiendo de una forma que para nosotros no tiene valor.

En este sentido, es muy fácil imaginar que los trabajadores, los pobres, puedan experimentar aburrimiento, especialmente cuando disponen de muy poco tiempo libre para la realización voluntariosa de lo que ellos quieran, de las actividades que realmente les llenen, el tener que dedicar mucho tiempo a las obligaciones al trabajo, a los asuntos domésticos y que esas obligaciones no siempre nos resulten significativas y valiosas, hace que también se experimente aburrimiento.

He de decir que la cuestión del aburrimiento se convierte en una cuestión de estudio científico precisamente por la oleada de aburrimiento o de quejas sobre el aburrimiento en las fábricas a principios del siglo XX, porque preocupaba que ese aburrimiento se tradujese en una mayor distracción, en una menor producción, en un aumento de los accidentes laborales y a fin de cuentas en un menor rendimiento de cara al trabajo.

Entonces esas personas eran realmente pobres, eran pobres que tenían que dedicar 12, 13, 14 horas de su jornada a un trabajo repetitivo, rutinario, que no le ofrecían ningún tipo de excitación, de sobra conocido, en el que no había ninguna opción para el desarrollo del pensamiento.

Esas personas se aburrían y esas personas eran pobres, mientras, por el contrario, quizá los ricos tienen mucho más tiempo libre, pero también tienen muchos más medios para experimentar, para llenar ese catálogo de opciones del que hablaba con infinidad de experiencias, con infinidad de oportunidades a las que una persona pobre no puede acceder. Una persona sin medios económicos está en principio más limitada a la hora de integrar opciones novedosas y distintas variadas en su catálogo, a partir de las cuales luego combatir el aburrimiento o llenar el tiempo de forma significativa. Un rico tiene muchas más posibilidades.

Ahora bien, quiero que quede muy claro que la lucha contra el aburrimiento, el éxito en la lucha contra el aburrimiento, no depende tanto de tener un catálogo plagado de opciones como de que esas opciones realmente sean personales y realmente sean significativas para el sujeto en cuestión. Es decir, esto no es una cuestión de cantidad, sino de calidad.

Y una persona sin medios económicos puede dar con la tecla y llenar su catálogo de algunas pocas opciones que realmente le hagan sentir una persona llena, que le haga sentir satisfecho al 100%. Se me ocurre, por ejemplo, que pasear puede ser una opción completamente gratuita y que a algunas personas les resulte completamente adecuada a su necesidad de estímulo a largo plazo. O sea, podría ser una opción del catálogo maravillosa.

¿Por qué los fumadores no se aburren de fumar si se pasan la vida haciéndolo?
– Me fascina esta pregunta ¿Por qué los fumadores no se aburren de fumar si se pasan la vida haciéndolo?

No nos aburrimos por el simple hecho, no nos aburrimos de las cosas por el simple hecho de que ya las hayamos practicado constantemente. Es una opción. Pero no todas las actividades que ya conocemos de sobra o todas las actividades que hemos practicado de forma repetida nos acaban aburriendo. Yo puedo dedicar mi tiempo a la pintura y puedo llevar muchos años pintando y que esto no me cause aburrimiento siempre y cuando resulte una actividad que, por repetitiva que sea, a mí me llene.

Así que lo mismo podríamos decir con la actividad del fumar. No por el hecho de hacerlo constantemente, de conocer perfectamente en qué consiste esa experiencia, vamos a sentir aburrimiento de ella. Sentiremos aburrimiento en el momento en el que empecemos a tener la sensación de que esa actividad no tiene significado para nosotros o no tiene valor. Dicho de otra forma, mientras uno, cuando fuma, se sienta más concentrado o sienta que es más glamuroso o sienta que eso le ayuda a relacionarse mejor con otras personas, seguirá teniendo la sensación de que la actividad de fumar tiene valor y tiene significado.

Yo dejé de fumar hace dos meses precisamente porque ya había perdido todo valor para mí. Había dejado de tener la sensación de que esa actividad tenía significado. Todo lo contrario. Sentía que esa actividad no tenía ningún valor y no tenía ningún significado. Eso es el aburrimiento.

– ¿La portada de tu libro sugiere relación entre erotismo y aburrimiento?

Me preguntáis por la portada de la enfermedad del aburrimiento. Es una obra de Felix Edward Balotón que se llama Laziness de 1896. Es una portada que no elegí yo. La portada la eligió la editorial. Para mí era muy curiosa porque realmente es imposible saber si la persona que aparece en la portada se está aburriendo o no. Puede parecer que se está aburriendo porque está tumbada sobre la cama.

Bueno, no quiero revelar el secreto que se encuentra al abrir esta portada y que muestra qué está haciendo realmente esta persona que se encuentra tumbada en la cama. Pero lo curioso es que nunca seríamos capaces de poder averiguar si esa persona se está aburriendo o no. Eso es algo que solo esa persona puede saber y solo podríamos conocerlo preguntándole a ella.

Estar tumbado sin hacer nada no es sinónimo de aburrimiento. Si esa persona ha escogido estar sin hacer nada y está disfrutando de esa experiencia, no hay aburrimiento. En ningún momento está teniendo esa… está sintiendo la premura de tener que introducir un cambio en esa situación.

Sin embargo, bueno, la obra se titula Pereza, que también es algo que está muy relacionado con el aburrimiento. Sentirse perezoso. Cuando nos cuesta trabajo, nos da pereza comprometernos con una actividad, con una situación, normalmente es porque sabemos que ésta nos va a producir aburrimiento. Es decir, sabemos que esta situación o esta actividad no va a cumplir con nuestras expectativas.

Aun así, creo que en el caso de la obra de Felix Eduard, realmente la persona que aparece en la portada no es que se encuentre… no es una pereza negativa. Creo que quiere hacer referencia a lo bonito y lo necesario que es algunas veces estar disfrutando de la pereza, abrazar nuestra pereza, estar sin hacer nada porque así lo hayamos decidido nosotros, porque consideremos que es oportuno para reconectar con nuestros sentimientos, con nuestro yo interior, para descansar. Es maravilloso.

Al margen de eso, ¿existe una relación entre el aburrimiento y el erotismo? Es posible. Quizá el hecho de que esta persona esté desnuda simplemente responde a un criterio marketingiano, a criterios publicitarios. Sin embargo, hay una relación entre el aburrimiento y el erotismo en tanto en cuanto a mí me parece que son incompatibles. Lo que nos resulta erótico no nos resulta aburrido, pero es una opinión personal.

– ¿El divorcio, a escala social, es causado por el aburrimiento?
– Pienso, desde luego, que el divorcio puede ser una consecuencia de la experiencia del aburrimiento. Hay muchísima literatura en torno a la cuestión del aburrimiento en el contexto marital. ¿Por qué nos aburrimos de las relaciones? ¿Cómo podemos superar ese aburrimiento?

Es cierto que, al final, el aburrimiento en la relación implica que uno ya está demasiado familiarizado con esa relación, que ha dejado de cumplir con sus expectativas, y que incluso, aun estando muy familiarizado, esa familiaridad no le reporta ningún sentido.

Algunas personas nos sentimos cómodas, precisamente, con esa familiarización en una relación sentimental, con el conocer todo de otra persona, con el saber perfectamente qué estamos pensando el uno o el otro, solo con mirarnos, con saber qué va a suceder cada fin de semana. Hay personas que convivimos estupendamente con la rutina, con lo de sobra conocido, y no nos causa aburrimiento. O quizá es posible que te cause un poco de hastío, pero sigue teniendo valor para ti. Esa situación rutinaria sigue teniendo un valor.

Somos muy capaces de aguantar, de soportar el aburrimiento, siempre y cuando veamos que de aguantar ese malestar vamos a recibir algo a cambio. Va a haber una recompensa. Por ejemplo, podemos aguantar toda la vida con una persona, incluso si empezamos a sentir algo de aburrimiento, si tenemos el convencimiento y sentimos que ese convencimiento es significativo para nosotros de envejecer y llegar hasta el final de nuestros días con esa persona, o de construir una familia, o vivir acorde a ciertos valores sociales, que pueden estar basados en la monogamia, en la fidelidad, etc.

Sin embargo, en muchos casos el divorcio es la salida frente a ese aburrimiento. Cuando empezamos a sentir aburrimiento en el contexto marital, en el contexto de la pareja, y no vemos en el horizonte ninguna recompensa por aguantar ese aburrimiento, por aguantar ese malestar, por seguir inmersos en una relación que para nosotros no tiene valor, que no tiene significado, que no nos aporta nada y que no cumple con nuestras expectativas, es común recurrir a introducir ese cambio. Es un cambio drástico, pero es común recurrir a él. Esto sucede también en el contexto laboral.

Normalmente podemos aguantar, o debemos aguantar, el aburrimiento si estamos en un trabajo que nos aburre, que no nos estimula adecuadamente, porque tenemos un objetivo en el horizonte, que es ganar dinero para pagar las facturas. Sin embargo, si ese aburrimiento se hace insoportable y al final ese objetivo desaparece, digamos se difumina porque no vemos que haya una compensación, un equilibrio entre el esfuerzo que tenemos que hacer por aguantar y la recompensa que vamos a recibir, podemos tomar una decisión drástica como es dejar nuestro trabajo y buscar uno distinto. Sucede igual de alguna manera con las relaciones sentimentales.

Podemos aguantar porque tenemos hijos, porque tenemos responsabilidades compartidas, porque tenemos un compromiso, pero llegado a un punto en el que ya de alguna forma sentimos que no merece la pena, el divorcio puede ser una salida. ¿Por qué no? Sin embargo, tiendo a pensar que la mayoría de las veces que se produce un divorcio es por falta de entendimiento.

Es muy probable que exista conflicto entre las personas, entre las partes de esa relación sentimental, que sea lo que dé lugar a tomar una decisión tan drástica, pero también es cierto que muchas veces nos creamos unas expectativas románticas en torno a lo que esperamos o creemos que debería ser una relación sentimental, que en el momento en el que no se cumplen nos devuelven a ese estado de insatisfacción, de percepción de un estímulo inadecuado, de sentir que no se nos está dando lo que se nos había prometido, lo que nosotros habíamos imaginado que íbamos a experimentar en esa relación, que al fin y al cabo es la definición del aburrimiento. Es un estado de malestar que sentimos en el momento en el que la realidad no cumple con nuestras expectativas.

– ¿Explica la enfermedad del aburrimiento la pederastia y la pedofilia en curas y pastores?
–He de decir que la literatura científica hasta el momento ha analizado la relación que existe entre el aburrimiento y las conductas sexuales adictivas, especialmente en lo que tiene que ver con la adicción a la pornografía o la adicción a las relaciones sexuales homosexuales entre varones.

Son pocos los estudios que existen en este aspecto, pero nunca he dado con ninguno que relacione el aburrimiento con la pederastia, con la pedofilia y menos aún en el contexto eclesiástico. Podría ser, no es un aspecto que yo haya estudiado, pero desde luego que sí existe una conducta sexual asociada, una conducta sexual disfuncional asociada a una experiencia del aburrimiento disfuncional, un aburrimiento en exceso, un aburrimiento del que no somos capaces de salir, ¿por qué? Y que está enfocada al consumo de pornografía, al consumo de experiencias sexuales prohibidas, por ejemplo, a la práctica de la actividad sexual desmedida y sin control, arriesgada.

Perfectamente podríamos pensar, podríamos lanzar la hipótesis de que quizá también sea el causante de la pedofilia en curas y pastores, aunque, como advierto, es una relación que hasta donde yo conozco no se ha estudiado jamás.

Sí es cierto que se ha estudiado la relación entre el aburrimiento y la religión, se tiende a explicar que las personas religiosas, las personas creyentes se aburren menos que las no creyentes. También se ha hecho hincapié en el hecho de cuánto, cómo de aburrida resulta la religión actualmente para las personas más jóvenes que ya no son capaces de encontrar estímulo en ella, que ya no son capaces de encontrar en ella, bueno, pues ese pack de respuesta que están buscando, ese estímulo adecuado al que aspiran y, por tanto, bueno, pues se sienten aburridos de la religión y se desadhieren de las de las iglesias, obviamente.

También, desde luego, se ha estudiado mucho y dedico un capítulo entero en mi libro a esta cuestión, a cómo era la experiencia del aburrimiento en los hombres de fe durante los distintos siglos que conforman la Edad Media. Esta relación entre pederastia, pedofilia y hombres de fe, creo que no está estudiada y sería muy interesante, sería digna de estudio porque a mí lo que me interesa principalmente es estudiar el aburrimiento en entornos institucionales y la iglesia es una institución, además una institución muy poderosa.

Me interesa estudiar hasta qué punto el hecho de tener que plegarte a unos cánones que son muy estrictos, a unas limitaciones tan constrictivas que no te permiten siempre dar rienda suelta a tu creatividad, que no te permiten siempre ser quien eres, quizá desemboquen en un aburrimiento tan profundo, tan complejo, frente al cual la respuesta de huida sea una respuesta disfuncional que se pueda traducir en una conducta sexual completamente reprochable como sería la pedofilia.

– Para cerrar este nada aburrido paseo por el aburrimiento, ¿te gustaría dar un mensaje a los miles de seres humanos atrapados por el aburrimiento?

El mensaje que le lanzaría a esas personas que se sienten atrapadas en el aburrimiento, que sienten que o bien no son capaces de encontrar estímulo, que no son capaces de identificar cuáles serían aquellas prácticas o actividades, que realmente servirían para llenar su tiempo de forma significativa, aquellas que, como decía Tolstoy, no dan con un escenario más deseable que aquel en el que se encuentran aburridos, aquellas que se encuentran aburridas de todo, que experimentan un aburrimiento que parece apoderarse de todas las facetas de la vida, y aquellas que se aburren aun sabiendo qué les gustaría hacer para llenar su tiempo de forma significativa, me gustaría animarles a ser valientes, a experimentar.

Tenemos que enriquecer esos catálogos de opciones con la mayor oferta posible de estrategias diseñadas después de un proceso de reflexión.

No nos contentemos con las opciones que plagan nuestros catálogos y que están mediadas por la industria del entretenimiento masivo, con aquellas que son para todo el mundo igual, que no distinguen entre distintos proyectos vitales, entre aspiraciones, entre personalidades. Hagamos el esfuerzo de ensanchar nuestros catálogos probando cosas nuevas, incluso aquellas que pensemos o que sospechemos que no van a resultar satisfactorias para nosotros.

Atrevámonos a salir de esa zona de confort y ensanchar de alguna manera ese catálogo sin miedo a represalias, sin miedo a prejuicios, sin miedo a la crítica de los demás y siempre poniendo la vista en qué es lo que necesitamos nosotros, haciendo el esfuerzo de realizar ese ejercicio de autoconocimiento para que nuestro catálogo esté plagado de opciones nuestras, únicas, valiosas, significativas. Ese es el consejo o el mensaje que me gustaría dar a las personas que se sienten atrapadas por el aburrimiento.

Si en cualquier caso alguien considera que su catálogo se ha llenado de opciones disfuncionales, de opciones desadaptativas, de opciones indeseables porque no ha tenido las herramientas, no ha contado con mejores herramientas u oportunidades para que ese catálogo se llenase de opciones mejores, no hay que tener miedo de pedir ayuda. En algunos casos puede ser muy interesante el hecho de que un profesional nos ayude a orientar el camino, nos ayude a averiguar qué tipo de opciones pueden ser las más beneficiosas para nosotros, de qué manera podemos aprender a llenar nuestro tiempo de la manera más satisfactoria posible.

No hay que tener miedo a pedir ayuda a los expertos y a aquellos que nos pueden orientar y que nos pueden aconsejar. Y por supuesto, animo a todo el mundo a leer La Enfermedad del Aburrimiento porque creo que puede resultar un ejercicio muy inspirador, muy ilustrativo a la hora de reconocer nuestro propio aburrimiento.

Estoy convencida de que cualquier lector después de atravesar, acompañarme en esta aventura de la lectura de todas sus páginas, va a ser mucho más consciente a partir de ese momento de cómo es su aburrimiento, por qué se aburre y cómo puede hacer lo mejor para llenar su catálogo de manera más eficiente. Muchísimas gracias por esta magnífica entrevista y estoy a disposición de cualquier lector para resolver sus dudas, para charlar sobre estas y otras cuestiones. Un abrazo.

Con información de QP