Hacer ejercicio es vital, tanto para llevar una vida saludable en el plano físico, como para sentirnos mejor dados los beneficios que genera en nuestra salud mental.
A veces no tenemos tiempo o dinero para invertir en centros especializados o gimnasios y pensamos que no tenemos opciones para realizar un entrenamiento adecuado. Pero sí.
Caminar, una actividad cotidiana y aparentemente sencilla, puede ser la clave para mejorar significativamente nuestra salud y reducir los niveles de azúcar en sangre, contribuyendo así a la prevención de la diabetes tipo 2 y otras complicaciones relacionadas con esta enfermedad metabólica.
Además es un ejercicio subestimado en comparación con otros más intensos, como correr o levantar pesas, caminar tiene la ventaja de ser accesible para la mayoría de las personas, sin importar la edad o condición física. Además, no requiere ningún tipo de equipamiento especial ni una gran inversión de tiempo o dinero.
Numerosos estudios respaldan los beneficios de caminar para la salud cardiovascular, la pérdida de peso, la mejora del tono muscular y la función respiratoria, entre otros aspectos. Pero uno de los aspectos más destacados es su efecto en la regulación de los niveles de glucosa en sangre.
La Sociedad Española de Diabetes estima que aproximadamente 8 millones de personas en España viven con diabetes, y muchos de ellos desconocen su condición. Conscientes de la importancia de abordar este problema de salud pública, investigadores han demostrado que caminar regularmente puede ser una estrategia efectiva para prevenir y controlar este tipo de enfermedades.
Ritmo y horario, factores importantes
Un estudio publicado en el British Journal of Sports Medicine, que recoge Men’s Health, reveló que la velocidad a la que caminamos puede tener un impacto significativo en nuestro riesgo de desarrollar diabetes. Cada aumento de un kilómetro por hora en la velocidad de la marcha se asoció con una reducción del 9% en el riesgo de padecer esta enfermedad. Caminar a un ritmo moderado, alrededor de 5-6 kilómetros por hora, puede reducir el riesgo hasta en un 24%.
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En este tipo de entrenamiento, no solo la velocidad es importante; también el momento en el que realizamos esta actividad puede influir en nuestra salud metabólica. Investigaciones han demostrado que caminar después de las comidas puede ayudar a controlar los niveles de azúcar en sangre, evitando picos repentinos que pueden ser perjudiciales para nuestra salud.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que no existe una única forma correcta de caminar. Cada persona tiene sus propias circunstancias y limitaciones, y lo más importante es encontrar un ritmo y una frecuencia que se adapten a nuestras necesidades y estilo de vida. No se trata de obsesionarse con la velocidad o el momento exacto, sino de incorporar el ejercicio físico de manera regular y constante en nuestras rutinas diarias.
Caminar, por tanto, puede ser una herramienta poderosa para mejorar nuestra salud y reducir el riesgo de diabetes tipo 2. Con solo dar unos pasos cada día, podemos estar dando uno muy grande hacia una vida más saludable y activa.
Oriana Lorenzo con información de NT