Salta longitud el viernes en la Diamond League para intentar el doblete en Budapest y en París 2024.
Hace unos meses, en una comida con amigos, Yulimar Rojas, la indiscutible dominadora del triple salto, bromeaba sobre la posibilidad de conseguir el gran doblete olímpico en el foso de arena el próximo año. “Si lo logras, serás inmortal”, le confiaron. Y a ella, ambiciosa, se le iluminó la cara.
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La idea no era nueva. La maquinó en su cabeza Iván Pedroso, que dirige en Guadalajara el mejor grupo de saltadores que jamás se han juntado en una pista. El cubano conoce perfectamente las opciones de la plusmarquista mundial de triple, que lleva dos años invicta, desde la Diamond League de Mónaco de 2021 cuando, a pesar de registrar la mejor marca, fue batida por ese bodrio que se inventaron del último salto como definitivo.
Precisamente en este principado el próximo viernes, Rojas comienza el largo camino hacia ese objetivo final de agosto de 2024 en París. Se probará en el salto de longitud, la disciplina en la que en 2022 se fue hasta 6,93, sólo habiendo entrenado un salto la semana anterior, aunque al hacerlo con las zapatillas de triple, de clavos de 25 mm y no de 20, no fue validado y no le facilitó el billete para Eugene, donde repitió oro mundial en triple.
Ahora, en Mónaco, en una competición que también contará con Fátima Diamé, su compañera de entrenamientos, entre las concursantes, la venezolana intentará volar por encima del 6,85 que exige World Athletics para estar en Budapest. La novedad es que mientras que en París será primero el triple y luego la longitud, en Hungría el orden se altera: el 20 de agosto será la final del único salto y la otra el 25 de agosto.
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