El susurro de los pueblos IA: «No le des fuego al enano de la Catedral»

En el corazón de Caracas, envuelta en el misticismo de la época colonial, surge una de las historias más aterradoras del folclore venezolano: la leyenda del enano de la catedral.

Se dice que, hace siglos, un hombre de pequeña estatura vivía en la ciudad y era objeto de crueles burlas. Cansado de la humillación, una noche huyó de sus acosadores y encontró refugio en la majestuosa catedral. Allí, entre las sombras de los altos muros y los vitrales que filtraban la luz divina, permaneció hasta el fin de sus días.

Pero su historia no terminó con su muerte. La leyenda asegura que su espíritu, consumido por el dolor y la venganza, retornó como un demonio, errando por las cercanías de la catedral. A la medianoche, cuando el silencio envuelve las calles, este enano espectral aparece buscando a los desprevenidos que se atreven a caminar por el lugar. Con un aire simpático, vestido con ropas coloniales y un sombrero de ala ancha, se acerca a los transeúntes con una petición aparentemente inofensiva: «Dame fuego» para su cigarro.

Sin embargo, aquel que le conceda su deseo será testigo de una horripilante transformación. La criatura empieza a crecer desmesuradamente, revelando una sonrisa macabra con colmillos afilados hasta alcanzar la altura del campanario. Acto seguido, extiende su mano en una invitación escalofriante: «Acompáñame a un lugar donde hay fuego de verdad», insinuando que su destino final es el mismo infierno.

Tan arraigada está esta historia en la memoria popular que se cuenta que incluso Antonio Guzmán Blanco, expresidente de Venezuela, vivió el espanto en carne propia cuando, una noche en la Casa Amarilla, divisó al siniestro enano fumando tabaco junto al templo.

Hoy en día, la leyenda ha ido perdiendo fuerza con el paso de los años, pero los más ancianos aún advierten a quienes se aventuran por las cercanías de la catedral: «No le des fuego al enano», porque nunca sabes lo que puede suceder.

Zuleydy Márquez Noticias Barquisimeto