A muchos mexicanos les repito cuando me preguntan por qué nos sabemos los venezolanos la mayor parte de las canciones rancheras, la de los grandes como Miguel Aceves Mejía, Jorge Negrete, cantores clásicos de la época de oro del cine mexicano, y por qué nos sabemos las actuales, y yo les digo, porque dicen que cada venezolano lleva un mexicano por dentro. Les comento las mañanitas rancheras en las que se ponía una canción mexicana y una canción de música venezolana y creo que no era solo en los Andes, donde crecí, era en muchas partes del país.
La relación entre México y Venezuela comenzó a establecerla el propio libertador Simón Bolívar y lo hizo de una manera muy fraterna. En su momento, remitió notas señalando la importancia de México en su viaje a España. En ellas, habla que pasó más de dos semanas en Veracruz, donde conoció la magnificencia de los desarrollos culturales prehispánicos, ya bastantes destruidos por la torpeza de los invasores, que quisieron imponer a sangre, fuego y palabra, sus principios, arquitectura, su cosmovisión a los propios habitantes de México. Bolívar fue evaluando todo ello, tal vez la Carta de Jamaica reúne estos aprendizajes y vivencias.
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Sin embargo, después que se establece Colombia y desde la presidencia, Bolívar envía al mexicano Miguel de Santamaría, a firmar el Tratado de Unión, Liga y Confederación Perpetua entre ambas naciones, un veracruzano amigo de su confianza, que algunos dicen que lo conocieron en Jamaica. Tratado poco recordado, que este mes de octubre cumple 200 años de su firma entre Colombia (conformada entonces por Ecuador, Panamá, Venezuela, Nueva Granada) y México. Fue extraordinario el desempeño del enviado plenipotenciario del libertador.
Cuenta la historia de algunas situaciones que se presentaron cuando Agustín de Iturbide se decidió designar emperador, pero cae ese sueño, vuelve a la realidad México y se firma el referido tratado a principios de octubre de 1823. Ese es a nuestro entender el punto de partida de la relación de nuestros países.
Variada en muchas áreas, en muchos aspectos, las relaciones entre México y Venezuela, siguieron caminando por los años. Las visitas de los cantores nuestros de principios del siglo XX o lo que podría algún historiador calificar que no es trabajo ya, ver las relaciones que pudieron tener la guerra federal en la segunda parte del 800 y la guerra de revolución mexicana, diferenciada las ideas, actores y principios, pero mucha similitud en el desarrollo histórico de ambos países.
Hoy estamos frente a una situación distinta, México en medio de todas las circunstancias han sido consecuente. Acobijó a Rómulo Gallegos. En Ciudad de México está todavía la casa en Morelia donde vivió el maestro, incluso dicen algunos mexicanos que fue allí y no en el Pozo de los Pájaros, donde escribió su novela tan llena de sentimientos “Sobre la Misma Tierra”. Estuvo asimismo, el poeta Andrés Eloy Blanco, allí murió, y otros muchos venezolanos ilustres exilados. México ha sido siempre puerta abierta para nuestros compatriotas.
El momento de ahora, la circunstancia que nos puede unir, pasado el efecto que se dio hace algunos años del acuerdo en el Pacto de San José, de las experiencias entre Pemex y Pdvsa que permitieron ayudar a los países caribeños después Petrocaribe y el decrecimiento del mismo hasta desaparecer, son también recuerdos recientes que merecen resaltarse hoy.
El momento es el presente. Dios quiera que acertemos y se puedan concretar expectativas, esperanzas, que son necesarias para nuestros pueblos e indispensables para construir una América unida, una Latinoamérica fuerte como lo soñó el libertador Simón Bolívar, como lo han querido venezolanos y mexicanos, amantes de nuestras propias tierras y con un sentido verdaderamente fraterno. Le correspondió por la historia a los presidentes Manuel López Obrador y Nicolás Maduro esta responsabilidad de concretar la alianza, el pacto de liga y confraternidad entre México y esta patria venezolana, parte de aquella Colombia.