Después del famoso piso del aeropuerto internacional Simón Bolívar de Maiquetía, la segunda obra que más enorgullece a Carlos Cruz Diez en Venezuela, es el Museo al Sol Naciente construido en Barquisimeto como homenaje a sus crepúsculos y sus arreboles.
Así lo confesó en varias entrevistas a lo largo de su vida sobre esta policromía creada por el artista plástico venezolano que muestra los distintos matices del sol de acuerdo a la hora en la que se observe.
Se ubica al noreste de la ciudad, en la intersección de las avenidas Los Leones, con Hernán Garmendia y Libertador; dando la bienvenida a quienes entran a Barquisimeto por esta vía.
La obra que mide 80 metros de diámetro, está compuesta por 32 paneles ubicados de forma transversal, que se asemeja a un reloj, el monumento da los matices del sol de acuerdo a la hora en la que se observe.
Para el desarrollo de la obra, Cruz Diez contó con el apoyo del reconocido arquitecto barquisimetano Henry Faroh.
Carlos Cruz Diez artista universal
Carlos Cruz Diez nació en Caracas, en agosto de 1923 y junto con Jesús Soto es uno de los artistas cinéticos venezolanos más importantes del mundo. Diseñador gráfico y artista plástico, inició estudios en 1940 en la Escuela de Artes Plásticas de Caracas y desde su época estudiantil colaboró en el diario La Esfera realizando viñetas humorísticas y en la revista Tricolor como ilustrador. Al culminar estudios como profesor para artes manuales y aplicadas en 1945, ya trabajaba como director de arte para la Creole Petroleum Corporation.
Las obras que realizo en el ambiente urbano y en el hábitat, están concebidas como un discurso plástico generado en el tiempo y en el espacio, creando situaciones y acontecimientos cromáticos que cambian la dialéctica entre el espectador y la obra”.
La reflexión plástica de Cruz Diez ha modificado las nociones sobre el color en el arte. La mayor parte de sus investigaciones tienen origen en lo que él denominó soportes para acontecimientos cromáticos.
Su obra pone en evidencia que el color, al interactuar con el observador, se convierte en un acontecimiento autónomo capaz de evolucionar en el tiempo y el espacio real, como se aprecia en esta obra de Barquisimeto.
Con información de Correo de Lara