Cada año, en el sexto domingo de la ‘Cuaresma’, la iglesia «Divino Niño«, ubicada en la Urb. El Trigal, en la parroquia José Gregorio Bastidas, Cabudare, se prepara para celebrar el ‘Domingo de Ramos’, una tradición que congrega a cientos de fieles y que tiene un profundo significado religioso y cultural.
Desde tempranas horas, los seguidores se reúnen en la iglesia para la tradicional bendición de las palmas, que luego se convertirán en las cenizas del siguiente ‘Miércoles de Ceniza’ del próximo año y son consideradas un símbolo de protección contra desastres naturales y epidemias.
«El Domingo de Ramos es un día muy importante para nosotros», comenta el padre José Gregorio Hernández Perdomo, párroco de la iglesia. «Con estas palmas, pedimos la protección de Dios sobre nuestras vidas y nuestros hogares».
Un recordatorio de la entrada triunfal de Jesús
El padre cuenta que «los judíos, cuando iban a la ‘Pascua Judía’ llevaban, no solo palmas sino también ramas de olivo, para venderlas y ofrecerlas debido a que, en algunas regiones, como en aquellas cercanas a Jerusalén, no crecían estas plantas». Esta acción serviría para que el resto de la gente las recogiera y las colocará en el suelo, por donde Jesús, junto a un pequeño burrito, entrara a Jerusalén.
«Y los judíos cantaban al Señor, glorificándole diciendo que era el hijo de David«; este suceso histórico hizo que la Iglesia lo asumiera para si como periodo de advenimiento, anunciando la llegada de unos días sagrados para el pueblo de Dios, que preparaban la Cuaresma, conocida también los días de la ‘Pasión del Señor’.
Este acto de júbilo se repite cada año en, no solo en Lara, sino en el resto de Venezuela, recordando a los fieles la importancia de reconocer a Jesús como el Hijo de Dios.

Más que una tradición, un símbolo de fe
Para los habitantes de Cabudare, el Domingo de Ramos es mucho más que una simple tradición. Es un símbolo de fe y esperanza, un momento para reflexionar sobre el sacrificio de Jesús y renovar su compromiso con la vida cristiana.
Por lo general, se celebra con la ofrenda y bendición de palmas o ramas de olivo, culminando en una procesión hacia la «Iglesia Madre». Si no se ha elegido un destino específico, se realiza una procesión interna dentro de la capilla de apertura.
Mientras que, en los hogares, con sus palmas bendecidas sus habitantes las convierten en una pequeña cruz, y la colocan en la puerta de sus casas, ya sea afuera o adentro. Colocarlas fuera sirve para recordar a los vecinos la celebración e invitar a la misa, mientras que dentro, actúan como un recordatorio de la bendición de Dios para la casa y la familia.
«Colocamos las palmas bendecidas en nuestras casas como un recordatorio de la presencia de Dios en nuestros hogares», explica una feligresa. «Es una forma de pedir su bendición y protección para nuestras familias».

El padre Hernández, para concluir, aprovecha la ocasión para recordar a los fieles la importancia de la Cuaresma, como un tiempo de reflexión y conversión.
«Busquemos siempre tener un espíritu de conversión, de querer mejorar nuestras vidas, en primer lugar, de nuestra propia casa», que «dejemos de ser egoístas, que dejemos de ser flojos, que dejemos de ser irresponsables», haciendo además mención de que la Semana Santa sirve para recordarnos de que Dios nos amó tanto, y que nosotros debemos corresponder «arrancando vicios y caprichos de nuestras vidas».

«Estos días tienen que ser días de meditación, que Dios quiso morir por nosotros», finalizó.
Jesús Lameda / Noticias Barquisimeto