Muchas de las historias que nos cuentan de niños, que vemos en televisión o en el cine, están llenas de monstruos, seres horrorosos y malignos que buscan cumplir con algún designio que les dará un poder inimaginable, historias que tratan de explicar, a través de recursos literarios o cinematográficos, los peligros a los que nos enfrentaremos.
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Pero casi todas esas historias fallan en identificarlos. Los muestran deformados, horribles, ancianos llenos de verrugas, podridos, fantasmales, cadavéricos, brujas oscuras y seres carcomidos por la maldad.
Pero los cuentos no describen el monstruo real, ese que pasa desapercibido, que habita con sus víctimas, que sonríe y come a su lado. Son amigos, maestros, entrenadores, primos, tíos, abuelos, padrastros, padres, madres. Esos están allí a plena vista, acechando. Esos monstruos no se ocultan,.
Más de cinco mil causas abiertas
El pasado 27 de septiembre, Tarek William Saab, fiscal general de la República, presentó algunas cifras sobre el abuso sexual infantil que dejaron en evidencia la crítica situación que vivimos.
Saab señaló: »en 2020 se abrieron 3.706 causas; en 2021 se abrieron 4.406; en 2022 se abrieron 6.680 y en lo que va de 2023 se han registrado 5.428”.
Además, informó que desde 2017, cuando asumió el cargo de fiscal, se abrieron »32.043 causas, con 20.560 personas imputadas, 15.317 acusadas y 5.081 condenadas». En otras palabras, en los últimos seis años solo 15% de los casos abiertos llegaron a condenas. El retraso procesal llega a 85%, lo que podría terminar generando impunidad.
“No podemos normalizar que alguien sienta atracción de tipo erótica con un niño o niña. Eso es una aberración”, refirió el fiscal en esa oportunidad.
Por su parte, Carlos Trapani, coordinador de Cecodap, y Carla Serrano, de la Red de Derechos Humanos de Niños Niñas y Adolescentes (Redhnna) informaron la semana pasada de al menos 439 casos de niños y adolescentes abusados, de acuerdo con datos recopilados por ambas organizaciones; 320 (72,9%) víctimas femeninas y 119 (27,1%) masculinas.
»Es un delito que permanece oculto y mucho más cuando las víctimas dependen del victimario, o no tienen capacidad para denunciar o pedir auxilio y protección frente a estos crímenes”, señaló en esa oportunidad Serrano, quien recordó que en el lapso analizado de ocho meses, se cometieron 13 femicidios. En ocho casos las víctimas fueron abusadas sexualmente.
Destrucción total
La psicóloga Evelyn Carreño conversó sobre las terribles consecuencias del abuso. Los niños abusados tendrán traumas, dolor y sufrimientos que los acompañarán toda su vida.
Las víctimas se aislarán y estarán irritables, tendrán miedos nocturnos, pesadillas, orinarán la cama después de haber superado esa etapa. Sus calificaciones bajarán, y tendrán problemas para relacionarse. El miedo o la sumisión a los adultos se presentará, tendrán náuseas, fiebres y desmayos injustificados.
Sufrirán de ansiedad, depresión, pueden tener deseos de muerte e ideas suicidas. Tendrán mucha rabia y miedo. Cuando el abuso proviene de allegados o familiares, las víctimas se sentirán desprotegidas y asumirán un estado de desesperanza, pérdida de fe, decepción, no confiarán en nadie.
Además están los efectos en la familia. Cuando se descubre el abuso, por lo general las familias se separan, se dividen, habrá mucha rabia y se culparán y acusarán mutuamente.
Si no son tratadas, los efectos seguirán dañando a las víctimas, que sufrirán a lo largo de sus vidas.
“Hay mucho trabajo por hacer”
El problema es que muchas de las conductas abusivas han sido normalizadas. Conductas que van desde obligar a los más pequeños a hacer bailes eróticos -como el “perreo”-, vestirlos, maquillarlos sensualmente, pretender que sean vistos como hombrecitos y mujercitas, cuando solo son niños.
A juicio de Carla Serrano, el abuso sexual tiene muchas manifestaciones. No se limita a la penetración. Hay muchas otras formas de abusar sexualmente, por lo que es necesario estar vigilantes y pendientes de todo lo que acontece en su entorno.
Serrano fue enfática al señalar que hay muchísimo por hacer. “No nos cansamos de decir que faltan políticas públicas, programas y campañas. No hay que esperar la acusación del fiscal, porque cuando eso ocurre, ya es tarde, cuando un caso llega a la Fiscalía ya se cometió el abuso. Nosotros queremos prevenir, que no ocurra”.
Diferencia entre pedofilia y pederastia
Uno de los datos que llama más la atención es el de la terminología utilizada por las autoridades para tratar el tema del abuso sexual contra menores.
Al respecto, la psicóloga Gisela Galeno, en su blog La Culpa Es Tuya, brinda herramientas para entender el tema del abuso sexual contra niños y adolescentes, a través de las audioayudas “El Poder Detrás del Abuso Sexual Infantil”, que permiten conocer y atender este problema.
Galeno destaca que es necesario diferenciar entre pedofilia y pederastia, los cuales se usan indistintamente. “El uso como sinónimos de estos conceptos, busca normalizar algo que no debe ser normal”.
Pedofilia, o paidofilia, proviene de la psicopatología, mientras que pederastia del ámbito jurídico. La pedofilia es un trastorno psiquiátrico y sexológico. La pederastia es un concepto legal.
“El manual de enfermedades de la Organización Mundial de la Salud define la pedofilia como el patrón persistente e intenso de excitación sexual atípica, manifestada con conductas sexuales centradas en niños.
Mientras tanto la pederastia se le atribuye a personas que se supone pedófilas, “que transgredieron los límites de la fantasía y cometieron el delito de abuso sexual infantil”.
Carla Serrano, de la Redhnna, recuerda que en la Lopnna, no existe el delito de pedofilia ni de pederastia, “existe el abuso sexual”.
Por El Universal