Crónicas Secretas: El Eco del Juego Nocturno

Trasladado a Barquisimeto debido a su enfermedad, el abuelo encontró refugio en una casa familiar, ubicada en el casco historico de la ciudad, propiedad de una tía que estaba fuera del país. A simple vista, la vivienda parecía ordinaria: un lugar acogedor con habitaciones llenas de recuerdos de generaciones pasadas. Sin embargo, lo que ocurrió durante su estancia hizo que jamás la viera como un lugar común.

Era una madrugada tranquila cuando los ruidos comenzaron. Un eco lejano, el característico sonido de un balón de baloncesto rebotando en el suelo y el chirrido de zapatillas desgastadas deslizándose contra una superficie lisa. Al principio pensó que era un sueño, pero cuando los sonidos se hicieron más claros, se incorporó en la cama, sintiendo un escalofrío recorrer su espalda. Parecía imposible que, en el corazón de una casa cerrada y silenciosa, se estuviera jugando un partido invisible.

Al día siguiente, comentó lo sucedido a la dueña de la casa, quien negó haber escuchado algo similar durante su estancia. Otros familiares que también habían dormido allí aseguraron no haber tenido experiencias extrañas. Pero para el abuelo, los sonidos eran reales. Cada noche, al caer el silencio, la casa cobraba vida con los ecos de un partido fantasma.

El misterio quedó sin resolver. Algunas teorías surgieron entre las pocas personas que conocían la historia. ¿Podrían ser ecos de un pasado olvidado, un grupo de jóvenes que encontró diversión y tragedia en aquella casa? ¿O tal vez era una manera de advertir a los vivos que no se olvidaran de los que allí habitaban antes?

A pesar de no encontrar respuestas, el abuelo nunca dudó de lo que experimentó. La casa, aparentemente tranquila y llena de recuerdos, guardaba un secreto que resonaba en las noches, como un recordatorio persistente de algo que alguna vez fue.

Zuleydy Márquez / Noticias Barquisimeto