Cinco grandes lecciones a cinco años de la pandemia de Covid 19

En Venezuela la creatividad afloró en medio de la adversidad: desde los aplausos a los trabajadores de la salud hasta los emprendimientos que surgieron para sobrevivir al encierro.

El 11 de marzo de 2020, el mundo cambió para siempre. Ese día, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), declaró que la enfermedad por el coronavirus 2019, conocida como COVID-19, había alcanzado el estatus de pandemia.
Lo que comenzó como un brote en Wuhan, China, se convirtió en una crisis global que puso a prueba la resiliencia de la humanidad. Cinco años después, qué lecciones nos dejó este capítulo histórico y, en particular, que aprendimos de esta tormenta.


La pandemia expuso las fortalezas y fragilidades de los sistemas de salud a nivel mundial. Aprendimos que la preparación es clave: países con infraestructura sanitaria robusta y respuestas rápidas lograron mitigar el impacto, mientras que otros, incluidos muchos en América latina, quedaron a merced de la improvisación.
Los médicos y enfermeras se convirtieron en héroes anónimos, trabajando turnos extenuantes con recursos limitados. La imagen de hospitales colapsados y la lucha por conseguir respiradores quedarán grabadas en la memoria colectiva.


Otro aprendizaje global fue la importancia de la solidaridad. La carrera por las vacunas demostró que, aunque la ciencia puede avanzar a pasos agigantados —con vacunas desarrolladas en tiempo récord—, la distribución equitativa sigue siendo un ideal lejano.
La pandemia también nos enseñó sobre el valor de la información y el peligro de la desinformación.
En muchos países las conferencias diarias de los gobiernos al inicio de la crisis buscaban mantener a la población informada, pero pronto se mezclaron con narrativas políticas. Las redes sociales se inundaron de teorías conspirativas y remedios falsos, desde el dióxido de cloro hasta supuestos «tratamientos milagrosos». Aprendimos, a un costo elevado, que la confianza en la ciencia y en las instituciones es frágil y debe cultivarse constantemente.
En el ámbito social, la cuarentena estricta impuesta dejó lecciones ambivalente
Por un lado, permitió ganar tiempo para preparar hospitales y evitar un colapso inmediato. Por otro, devastó la economía informal, que sostiene a millones de personas. Los niños y adolescentes pagaron un precio altísimo con la interrupción de la educación presencial, agravando las brechas de desigualdad.
La frase «quedate en casa» resonó como un privilegio para quienes tenían un hogar seguro y un ingreso estable, mientras que para otros fue una condena a la precariedad.
La creatividad afloró en medio de la adversidad: desde los aplausos a los trabajadores de la salud hasta los emprendimientos que surgieron para sobrevivir al encierro.
Sin embargo, también enfrentamos el dolor de las despedidas a distancia, los velorios por videollamadas y el duelo colectivo por cientos de miles de vidas perdidas.



Mirando hacia atrás, la pandemia nos legó una certeza: la humanidad es interdependiente. Ningún país, ni siquiera el más poderoso, puede aislarse de un desafío global.
A cinco años del anuncio de Tedros, el mundo no es el mismo. La pandemia fue un espejo que reflejó nuestras falencias y nuestras virtudes.
Nos dejó más solos, distanciados y desconectados: cambios que persisten.
La pregunta ahora es si sabremos usar estas lecciones para construir un futuro más justo y preparado, o si, como tantas veces en nuestra historia, dejaremos que el tiempo borre la memoria de lo que fuimos capaces de superar.

Con información de France 24