Con su postura irreverente frente al hecho creativo y su libertad en el uso de los materiales y medios, el arte para Carlos Zerpa es un eterno juego en el que igual que presenta sus recordadas vitrinas de tono religioso, es capaz de hacer de mil discos de vinilo una gigantesca anaconda, incorporar íconos culturales o el trabajo de otros a esas pinturas, dibujos y esculturas que realiza con sorprendente regularidad.
“El arte para mí es hacer”, afirma, consultado sobre las exposiciones, individuales o colectivas, que repletan su agenda desde su residencia en la capital mexicana, donde la emergencia de la pandemia lo dejó varado en 2019, y desde allí no deja de proporcionar noticias sobre el rumbo de su trabajo, como la docena de muestras realizadas este año entre Colombia, México y España.
Entre ellas destaca su participación en la reciente Feria Internacional del Arte de Bogotá, donde rindió homenaje a Antonio Caro, uno de los grandes artistas conceptuales, con su incorporación del mundo publicitario y la crítica social a su obra. Zerpa presentó unos 30 dibujos en acrílico sobre papel Fabriano, en los que reinterpreta la obra del irreverente colombiano fallecido en 2021 con intervenciones en sus logotipos como el que hizo del nombre de Coca-Cola el emblema de Colombia.
Hablemos también de su participación en Antes de América. Fuentes originarias en la cultura moderna, en la Fundación Juan March de Madrid, donde presentó su Qetzalcóatl (2012-2023), una enorme serpiente realizada con mil discos de vinilo de 33 rpm, y su Marco Crucigrama (2011), de 100×100 centímetros, hecho con fichas de dominó.
Pero el mayor reto que enfrenta el venezolano este año es la invitación del artista mexicano Sebastián a formar parte de un museo que albergaría en ese país trabajos de cien artistas del continente reunidos en torno a la escala monumental.
Para ello, Zerpa, animado por el Taller 8A de esa ciudad, ha ejecutado una pintura de 5×3 metros del gato Garfield, en homenaje al creador del famoso cómic, Jim Davis.
“Realizar una tela tan grande fue todo un reto, pero en verdad me gustó y me encantaría repetir la experiencia”, afirma Zerpa. “Yo he pintado obras enormes. Tres muy grandes, de 13 metros. Una sobre Picasso para el Banco Mercantil, otra con la que gané el premio Mendoza, y la tercera aún no ha sido expuesta. Pero es la primera vez que trabajo una pintura de ese formato en un solo bloque, casi un mural”.
Nacido en 1950 en Valencia, Carlos Zerpa ha hecho de la cultura y sus recuerdos de esa época, el boxeo, el rock y el arte, el centro de una reflexión a la que ha dedicado libros, exposiciones, pinturas y objetos de los que emana encanto y nostalgia, temor o rechazo. “Todo mi trabajo tiene que ver con mis memorias infantiles”, admite el artista que en los años 80 fuera uno de los nombres más destacados en el arte no convencional en Venezuela.
Pero Garfield, confiesa, llegó a él por sus hijos, junto a Snoopy y las tortugas Ninja. En 1998 hizo el primero, con atuendo de boxeador, un acrílico de 170×140 centímetros que fue expuesto al año siguiente en una individual en la galería Grupo Li, de Caracas.
Después esa exposición, junto con nueve obras, pinturas, esculturas, fue a Colombia y se mostró con el nombre de Rey Tattoo en la galería Garcés Velásquez en Bogotá, el museo Rayo en Roldanillo Valle, en el Museo La Tertulia en Cali y en el Museo de Arte Moderno de Medellín.
Carlos Zerpa retratado en el año 2000 por el artista Fernando Bracho Bracho (CORTESÍA FERNANDO BRACHO BRACHO)
“Luego, por una historia extraña, muchísimos años después esas pinturas llegaron a México y se mostraron, en 2019, en una exposición que hice en la Galería Metropolitana de Ciudad de México y la llamamos Metiendo mano, como el disco de Rubén Blades y Willie Colón.
“En 2023 después de la pandemia, llevamos a la galería Taller Popular, en la ciudad de Oaxaca, la exposición Detrás de la baraja, en la que se incluyen dibujos y esculturas recientes, donde también estaba el gato. Y como los del Taller 8A son fanáticos de Garfield, me propusieron una muestra.
“Con la idea de presentarle el proyecto, visitamos la fundación del escultor Sebastián, el artista mexicano, quien nos habló de un proyecto en el que venía trabajando en los últimos años. Un museo realizado exclusivamente para mostrar y albergar 100 pinturas de gran formato, todas del mismo tamaño. Entonces me enfrenté a ese formato enorme, con la ayuda del Taller 8A, y pintamos el mural en el cual Garfield se enfrenta consigo mismo, en una de las batallas más duras, la de uno contra su propia ego.
“Pero de no ser por la gente del Taller Ochoa, quienes aman a Garfield, no hubiese desarrollado esa serie de pinturas y me hubiese enfocado más en el Sr. Conejo”, confiesa el artista, refiriéndose a ese otro personaje salido de la tienda del recordado Mago Henry, que constituye una presencia constante en sus trabajos de los últimos años.
Pintor y artista de medios mixtos, Carlos Zerpa estudia diseño visual en el Instituto Politécnico de Milán y Serigrafía y Fotografía en la Escuela de Arte Cova de Milán, en los años 70, cuando conoce a uno de sus principales mentores, el artista, diseñador e inventor italiano Bruno Munari. Renovador del arte contemporáneo con sus propuestas de juegos y métodos didácticos de la creatividad, dice, le dio la libertad de ser lo que es, “y aún hoy en día me acompaña en espíritu. Pero también mi papá, Paco Zerpa, fue un gran maestro de vida, como Mario Abreu, Santos López, Daniel Medvedov, Eugen Ossott, Víctor Valera. He tenido muchos cómplices en el arte”.
Sus proyectos para 2025, adelanta, también son muchos. “Me gusta lo que hago, si no hago arte todos los días me muero de tristeza. El arte es la manera en que se manifiesta mi espíritu. Soy yo, mi esencia. Arte significa hacer, y desde los 18 años, cuando descubrí que era artista, no he parado”.
Zuleydy márquez con información de Globovision