Real Madrid 2 – 0 Atalanta.
El brasileño y Bellingham levantan al Madrid tras un mal primer tiempo y el francés se estrena de blanco con gol y Supercopa. Una parada de Courtois cambió el duelo.
En una temporada en que se servirán más copas que nunca, siete, el Madrid se bebió la primera de dos sorbos tardíos. No es la más relevante, pero por alguna hay que empezar, y esta, en vísperas del Ferragosto, es viento de cola para ingresar en la Liga. Fue, como en la final de Champions, como en los mejores thrillers, con un mal principio y un magnífico final. La trama sonó a repetida: sesteó en la primera mitad, parada gloriosa de Courtois como chupinazo y riada blanca final desatada por Vinicius, muy bien acompañado por el mejor Bellingham y, a ratos, por Mbappé.
Leer También: Con el debut de Mbappé, Real Madrid vs Atalanta hoy por la Supercopa de Europa
Mbappé llega a un equipo pluricampeón y, gracias al éxito de otros, ya sin ese aura de futbolista que lo cambiará todo. Pero al menos sí ha modificado algunos roles en el equipo, ahora con Rodrygo obligado a vencerse mucho a la derecha, con Bellingham retrocediendo punto y medio, de diez casi nueve el curso pasado a ocho, y con el francés como punta para no ser especie invasora en la banda de Vinicius. En su sitio se mantuvieron Valverde, como volante, y Tchouameni, como pivote. Una suerte de pacto de Varsovia ideado por Ancelotti para que le quepan los mejores sin descompensar el equipo. Esto va tanto de sembrar como de segar.
Gasperini es un italiano que no ejerce. Su Atalanta tiene mejor plan que jugadores y es extraordinariamente audaz, muy ambicioso en su primera presión hombre a hombre y con un propósito ofensivo nada teatral. Incluso a estas alturas de curso, cuando anda a medio hacer, con sublevados, lesionados y fichajes pendientes, resulta un equipo desacomplejado, incómodo, con una estrategia que entorpece, ralentiza y hasta enfanga la progresión del rival. Al Madrid le costó mucho salir del barro.
De palo a palo
De hecho, el equipo italiano disfrutó de un dominio poco fingido en la primera mitad. Primero con llegadas inconclusas. Después, con verdadero peligro. Un centro a ninguna parte de De Roon tocó en la cabeza de Militao y se fue a la escuadra. La misma que buscó con más intención que éxito minutos después de De Roon.
Para entonces se habían alargado mucho las posesiones de la Dea y se habían acortado las algaradas de Vinicius. El Madrid, justo de preparación, se veía atrapado en esa tela de araña, sin capacidad de combinar ni de contragolpear. También sin Kroos, el navegador de tantos años y de tantos triunfos. Esa trampa se había tragado no hace tanto al Liverpool y al Leverkusen.
A Mbappé le llegó poco (un buen servicio raso en el corazón del área que estrelló en Hien) y solo dejó alguna filigrana de efecto cero. Bellingham, más en el papel para el que vino, progresaba muy poco. Nada parecía anticipar su exhibición posterior. Rodrygo era intrascendente por su banda y solo Vinicius, el mejor del verano, dejaba cierta huella, especialmente en dos pases a Bellingham, uno profundo, otro picado, que el inglés no aprovechó. El Madrid, en general, tenía un problema de movilidad y solo funcionaba el capítulo que a priori levantaba más sospechas: el repliegue. Rüdiger y Militao eran un magnífico factor corrector de un equipo apagado, especialmente ante Lookman, que se pareció bastante a lo anunciado: tuvo desmarque, velocidad y peligro. Un delantero que en ningún otro lugar ha jugado tan bien como aquí. Punto para Gasperini.
En el descuento del primer tiempo, Vinicius le regaló un balón franco a Rodrygo, que metió su zurdazo al larguero casi en área pequeña. Fue la única ocasión de verdad del equipo blanco y mereció otra definición.
Del desmayo al vértigo
Como era obligado cambiar algo, Ancelotti le dio la banda izquierda a Mbappé esporádicamente y se la quitó a Vinicius, reorientado como ariete. Y entonces Mbappé se pareció a Mbappé. En cualquier caso, esa reconstrucción del Madrid tuvo una primera piedra conocida: una parada galáctica, a mano cambiada, de Courtois a cabezazo de Pasalic. Sus manos milagrosas son motor de arranque de más victorias de lo que resultaría deseable.
A partir de entonces el Madrid llevó el partido a su territorio, el del campo abierto, el desorden, la velocidad, el desenfreno, en cierto modo ese río revuelto en el casi siempre pesca el mismo. Ahí se maneja peor el Atalanta y extraordinariamente bien Vinicius, que abrió gas en un desborde, sentó a Djimsiti y le entregó el gol casi en la raya a Valverde y el encuentro, al Madrid. Al tanto del uruguayo siguió un vendaval blanco, mitigado inicialmente por tres extraordinarias intervenciones de Musso, especialmente la primera, ante un Vinicius desencadenado. El Madrid volaba ya cuesta abajo, dispuesto a celebrarlo todo, incluso el primer gol de Mbappé, que llegó en magnífica entrega del Bellingham de principios del curso pasado, señor y MVP del choque.
Se acabó la emoción y empezó el contador de ‘ochomiles’ conquistados: los 14 títulos de Ancelotti que le igualan con Muñoz; los 27 de Modric, (y el primero que levanta), que son inigualables; la sexta Supercopa del Madrid, que le distingue de todos. La era Mbappé comienza como concluyó la era Kroos, copa en mano.
Cambios
Ben Godfrey (62′, Davide Zappacosta), Mateo Retegui (62′, Charles De Ketelaere), Mitchel Bakker (70′, Sead Kolasinac), Luka Modric (76′, Rodrygo), Brahim Díaz (82′, Kylian Mbappé), Arda Güler (87′, Vinícius Júnior), Lucas Vázquez (88′, Dani Carvajal), Dani Ceballos (88′, Jude Bellingham), Marco Palestra (89′, Isak Hien), Alberto Manzoni (89′, Mario Pasalic)
Goles
1-0, 58′: Federico Valverde, 2-0, 67′: Kylian Mbappe
Tarjetas
Arbitro: Sandro Schärer
Arbitro VAR: Bastian Dankert, Fedayi San
Éderson Silv (8′,Amarilla), Jude Bellingham (34′,Amarilla), Vinicius Junior (41′,Amarilla), Djimsiti (63′,Amarilla)
Diario AS
Hender “Vivo” González
Noticias Deportivas