Luis Manuel Mata, un escritor barquisimetano que emigró a Argentina, está dejando el gentilicio guaro en alto con la publicación de su segundo libro, titulado «Cabal Palabra que Amanece«. Desde su llegada al país austral en 2018, como parte del éxodo venezolano, Mata ha dedicado su talento a la poesía, honrando sus raíces y compartiendo su visión del mundo. «Es una antología poética que recoge gran parte de todo lo que he escrito, desde que estaba en Venezuela y posteriormente lo que escribí durante mi estadía en República Dominicana y posterior en Argentina», describe Mata sobre su obra. El libro, impregnado de sentimientos profundos, se divide en tres partes especiales: una dedicada a Víctor, su amigo de la infancia fallecido en 2005; otra a Jorge Luis Alburjas, compañero de bachillerato que murió el año pasado en Chile; y la última, un homenaje a Venezuela y la experiencia de la migración, con un poema titulado «Reflexión del que se ha ido». La pasión de Mata por la poesía se remonta a su juventud, influenciado por su abuelo, quien le inculcó el amor por la lectura. «En la adolescencia, tal vez ese ímpetu juvenil que uno tiene en esa época, toda la vida fui un lector intenso gracias a mi abuelo, y mis dos libros tienen una dedicatoria al inicio ‘para papi todos y cada uno de mis libros’ y ahí coincide mi encuentro con la poesía», relata el escritor. Inspirado por autores como Andrés Eloy Blanco y García Lorca, Mata comenzó a escribir en su adolescencia, aunque inicialmente solo compartía sus versos consigo mismo. Fue durante su primer año de Derecho en la Universidad Fermín Toro (UFT) cuando profundizó en la poesía, gracias al apoyo de sus profesores y la creación del grupo poético «Arturo Uslar Pietri». La inspiración de Mata surge de sus vivencias personales y de las historias que escucha, siempre con la convicción de que «nunca he podido escribir sin sentir las palabras que estoy escribiendo». Su obra es un testimonio de la fuerza de la palabra y la capacidad del arte para trascender fronteras y conectar corazones. Detalles de Publicación: Luis Manuel Mata es un orgullo guaro que, a través de su poesía, lleva en alto el nombre de su tierra natal. Oriana Lorenzo / Noticias Barquisimeto
Crónicas secretas: «El Lamento del Calabozo Encantado. El Misterio de las morocotas pérdidas de Guaitó»
Cuentan los pobladores de Guaitó, Municipio Morán, que hay un lugar que pocos se atreven a visitar. Juan Torrealba, un anciano del pueblo conocido por sus relatos de las diferentes calles del poblado morantino larense, es el encargado de contar la historia del Subterráneo Encantado de Guaitó. Este viejo calabozo está ubicado frente a la Plaza Bolívar, en una casa muy antigua que antes era la Alcaldía. Allá por el año 1805, Guaitó fue fundado por los indios Camacho y las familias Torrealba y Ceibas. El nombre del pueblo proviene de una exclamación que hicieron los primeros pobladores indígenas cuando encontraron el lugar perfecto para construir sus viviendas: «¡aguaita en aquel yagrumo ‘onde’ sale una catarata es ‘onde’ vamos hace las casitas!». Así nació Guaitó. El Subterráneo Encantado, como algunos lo llaman, era utilizado como celda para prisioneros, especialmente durante las dictaduras de Gómez y Marcos Pérez Jiménez. Se cuenta que un preso se suicidó allí, cortándose el cuello con una hojilla. Antes de morir desangrado, colocó su mano ensangrentada en la pared, dejando una marca que aún se puede ver en la oscura y fría celda, dándole una atmósfera fantasmagórica. Los morandinos aseguran que los lamentos del ánima del preso se escuchan en las noches oscuras del calabozo. Dicen que su espíritu sale arrastrando las cadenas de los grilletes por las calles del pueblo, perdiéndose en un lamento que se desvanece entre los espinales de curazao que conducen al pozo público. Además, algunos explican que este espanto aparece porque, en el calabozo, se encuentra enterrada una tinaja llena de morocotas, la cual emite una luz todos los Viernes Santos. Nadie ha logrado comprobar este cuento, muchos dicen que son de caminos, pero lo cierto es que el calabozo aún existe y está habilitado para quien desee conocerlo. Sin embargo, nadie se ha atrevido a buscar el tan resguardado tesoro de las monedas doradas. Así es como la historia del Subterráneo Encantado de Guaitó, contada por el viejo Juan Torrealba, sigue viva en la memoria de los habitantes del pueblo. Zuleydy Márquez Noticias Barquisimeto